¡Feliz día de San Valentín en el día en que celebramos a San Cirilo y Metodio, patronos de Europa! Seguramente sólo los que vayan a Misa hoy se enteren de la festividad de estos dos hermanos que recorrieron Europa del este anunciando el Evangelio, para el resto se quedará en una caja de bombones en forma de corazón o en unas flores a precio de oro que pasado mañana se han olvidado. A los que no olvidamos en Europa es a estos dos hermanos que no hicieron pereza en poner todos sus talentos al servicio del Evangelio y de la Iglesia. Hoy miramos Europa y encontramos tantos motivos de desolación con ateísmo práctico que no sólo quiere olvidarse de Dios sino que quiere arrancarlo de su historia, con una cultura de la muerte y un desprecio a la vida, un individualismo recalcitrante, un corazón metalizado en lo que importa es Europa sin el “pa”. Mucho sentimentalismo que se olvida al día siguiente de  los buenos propósitos de hoy, en el que la palabra dada no vale nada y en el que a los pobres no se les mira con recelo, simplemente no se les mira. Pero a pesar de una visión tan negativa creo que dentro de Europa va latiendo un corazón que desde la predicación de los Apóstoles, desde Cirilo y Metodio, Benito, Agustín, Francisco, Tomás, Ignacio, Teresa, Felipe Neri, Juan Bosco, Catalina, Teresita, Brígida, Edith, etc. etc., que han sido como las palas del desfribilador que han vuelto a poner a latir el corazón del Europa al son del Evangelio. Tal vez nos parezca mirar un moribundo, pero hay una corriente silenciosa de fe, de caridad, de entrega que puede poner en marcha otra vez esa gran esperanza que se llama Europa.

“La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.” Tal vez te preguntes: Y yo ¿qué podría hacer por Europa, por el mundo entero?. Pues ya has oído las palabras del Señor. Hacer como el Papa, un humilde trabajador en la viña del Señor. Pero un trabajador que mira la mies con optimismo, sabiendo que ni plantamos ni regamos y que es el Señor el que hace fructificar. Obreros que no se cansen a la primera de cambio. Que no busquen su interés ni su bienestar. Obreros dispuestos a aferrarse al Evangelio sin dudas ni echar la vista atrás. Obreros que amen a la Iglesia a pesar de las miserias y debilidades que vemos tantas veces y que la miran como la Esposa santa e inmaculada del Cordero. Durante estas largas semanas en que estoy a medio gas y sin poder andar sin las muletas me dan cada vez más ganas de hacer más cosas y me duele mi impotencia, pero voy preparando la cuaresma para que sea un autentico tiempo de gracia. Y pido al Señor que el latir de tantos corazones auténticamente católicos y valientes comiencen a latir a la par. Y ese “bum-bum” del corazón- superando todas las diferencias-, se oiga en Europa y en el mundo entero y despierte a los dormidos de su letargo. Todos podemos hacer nuestras las palabras de San Pablo: «Así nos lo ha mandado el Señor: «Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra.»» Por eso a pesar de las dificultades internas y externas tenemos que tener un espíritu positivo, optimista. El mundo es poco para la ingente gracia de Dios que se derrama cada día sobre el mundo, aunque sólo se celebrase una sola Misa sobre la faz de la tierra.

Vamos a pedir a Cirilo, Metodio y a nuestra madre la Virgen que Europa vuelva a ser el centro de donde partan a todas las partes del mundo la fe, la solidaridad, la esperanza, la alegría y la Iglesia, desde su pobreza y humildad, haga sonreír al mundo y tener la mirada bien alta. Felicidades a los enamorados, pero obreros a trabajar a la mies con el corazón bien enamorado de Cristo.