La vida va tan deprisa que lo de guardar luto se va pasando de moda. Ahora “a rey muerto, rey puesto”, como me dijo una señora con el cadáver de su hermano todavía caliente en la habitación de al lado. En las poblaciones pequeñas es más normal, y en las más pequeñas aún todavía esta “reglado” el tiempo, las actitudes, la vestimenta, etc. Es cierto que un luto que no sale del corazón puede sonar a hipocresía, pero era una forma social de manifestar el dolor por un ser querido. La vida perdía por un tiempo su encanto, su color e incluso se entristecía un poco la alegría ante una defunción. Hoy no. En ñas grandes ciudades puedes ni enterarte de la muerte de un amigo, e incluso algunos se plantean el no hacer funeral por no tener un recuerdo a los nueve días, se busca “rehacer” la vida y la ausencia de la persona amada quiere olvidarse como se borra un archivo del ordenador, que sólo quede un pequeño residuo oculto. No me gusta la uniformidad en todo, pero me parece tanta uniformidad el reglar demasiado el luto como reglar demasiado la falta de este. Antes se mostraban lo que debían ser los sentimientos, ahora se muestra la ausencia de sentimientos.

«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» El miércoles ya hablaba del ayuno, la oración y la limosna… y hoy viernes la abstinencia de carne, así que no voy a repetirme. Hay una costumbre piadosa, que se recomienda todo el año, pero que especialmente es adecuada para la cuaresma, me refiero a la oración del Vía Crucis. Muchas parroquias y oratorios hacen en estos días el Vía Crucis, pero también se puede hacer individualmente o en familia. Recorrer las 14 estaciones de la pasión del Señor nos recuerdan el sentido de nuestras penitencias cuaresmales. La pasión de Cristo libera del pecado del mundo, pero muchos en el mundo no quieren aceptar los frutos de la pasión. Sigue habiendo aquellos que se meten en sus casa para no enterarse, aquellos que miran de lejos sin querer acercarse. Aquellos que juzgan al condenado sin saber el por qué de su condena o los que miran como si de un espectáculo se tratase. También están los que siguen acusando a Dios, los que con su vida lo azotan y flagelan y coronan de espinas. Los que también piensan de la pasión de Jesús que “a rey muerto, rey puesto.” A algunos les parecerá exagerada la devoción del vía Crucis, pero prefiero recordar a Nuestro Señor, hacer presente su pasión en mi vida que olvidarme de ello. No caer en la rutina de la vida tibia, e incluso llena de pecados, pensando que la muerte de Cristo fue en vano.

Catorce estaciones, catorce pasos que nos ayudan a unir nuestros sacrificios a los de Cristo, a pedir por la conversión del mundo entero, o el de ese familiar que se resiste. Nos recuerdan que la entrega de Cristo no es de ayer, sino que es actual, por ti y por mi. Meditar la pasión de Cristo ha hecho muchos santos y ver la humanidad de Jesús doliente nos mueve a acercarnos más a Él.

“Jesús se encuentra con su madre”. Ojalá también hoy nosotros tengamos ese encuentro con María.