No tengo perdón. Ayer os dejé sin comentario. Podría deciros que estoy en mitad de la mudanza de mi casa y de la parroquia entera, que tengo Internet sólo a ratos, que ando de acá para allá…, pero lo cierto es que debía ser más previsor. Además escribir los comentarios, aunque es una obligación aceptada, también me descansa. Pensar delante de Dios en cada uno de vosotros, en las circunstancias más diversas y en los países más distintos, me ayuda a descansar. Y eso es algo que tengo comprobado.

«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» Muchas veces cuando tenemos un montón de cosas en la cabeza o que hacer lo primero que dejamos es la oración. También cuando por cualquier cosa nos hemos alejado un poco de Dios o hemos cometido algún pecado…, también dejamos la oración. Es como si nosotros tuviésemos que hacer descansar a Dios y no descansar nosotros en Dios. Sería como si uno estuviera tan sediento que fuese incapaz de abrir el grifo de agua fría.

¡No! Date cuenta. Cuando estés cansado, agobiado, harto…, no mires el sillón como si fuera tu salvación. Mira a Cristo, ponte un rato de rodillas y déjate cuidar por Dios. Encontrarás alivio y descanso. Y si tus pecados te pesan pide a Dios un buen arrepentimiento, confiésate y da gracias a Dios. Y si tienes muchas cosas no trates a Dios como una cosa más.

No tengo perdón porque no he descansado en Dios…, pero podéis hacerlo vosotros. Que la Virgen os bendiga y os guarde.