Ayer estuve dando una vuelta por toda la parroquia, ya se acerca (espero), la inspección definitiva del ayuntamiento. Hasta ahora había ido deprisa, sin fijarme demasiado. Cuando hemos ido con detalle (no es un plural mayestático, es que éramos varios), rincón por rincón, habitación por habitación, me he dado cuenta la de cosas que están fuera de su sitio. A la parroquia traen muchas cosas y una se va quedando aquí, la otra allá, esta la llevaré a este sitio, esta otra tal vez valga, esta otra tal vez no…, y se va acumulando un montón de porquería y de desorden. Así que ya he contratado un contenedor para tirar toda la porquería que sobra y que los árboles nos dejen ver el bosque. A ver si ponemos un poco de orden y viendo cada cosa en su sitio todo empieza a ser más claro.
-«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.»
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Parece difícil amar a Dios, nos puede parecer una tarea larguísima y penosísima en la que siempre queda camino por recorrer. Si preguntas a cualquiera en el confesionario si ama a Dios te dirá que por supuesto, pero que podría amar más y mejor. Muchas veces se tiene la idea del monje retirado del mundo para poder amar plenamente. Muchas veces amamos, pero ese amor está descolocado, es una cuestión de poner orden.
Orden en las urgencias: Muchas veces andamos con prisas, urgencias y cosas imprescindibles. Nos dirigimos a una habitación y no echamos sin un ojo a las que pasamos por delante. Tal vez arreglamos una cosa, pero hemos dejado el desorden en otras. Para eso es necesaria la oración serena y pausada. El dicho español de “vístete despacio que tengo prisa” se podría aplicar aquí. Cuantas más urgencias tengas, más necesarios son los ratos de oración tranquilos. Así nos daremos cuenta de que Dios está con nosotros en esta vida y de las personas que tal vez estamos olvidando con tanta urgencia.
Orden en el descanso: En ocasiones confundimos el descanso con no hacer nada o con que todo el mundo nos deje en paz. Descansa el que hace lo que ama. Al montañero le descansa un día en el monte, al padrazo un día con sus hijos, al deportista un partido de fútbol. También hay quien ama dormir y de vez en cuando vendrá bien dormir un poco más. Son cosas buenas y sanas. Luego hay quien quiere descansar en el pecado (la bebida en exceso, las drogas, el sexo sinsentido…, y el pecado no descansa, agota el alma). Cuando uno aprende a descansar se dará cuenta que también descansa en la oración, como los apóstoles junto al Señor y descansa también viviendo la caridad visitando a ese enfermo, echando una mano en su parroquia, colaborando con esa buena institución en favor de los más desfavorecidos o visitando a tu suegra.
Orden en los afectos: «No insistas en que te deje y me vuelva. Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios. » Así le contesta Rut a su suegra. Hay quien se pasa la vida donde no quiere estar: cuando está con el cónyuge quiere estar con los hijos, cuando está con los hijos quiere estar con los amigos, cuando está con los amigos quiere estar con Dios y cuando está con Dios quiere estar con el cónyuge. Un lío. El orden en los afectos significa querer estar donde estamos. Poner el corazón en la situación que tenemos que vivir ahora, en este momento. No añorar el pasado ni desear el futuro. Hoy, ahora, Dios está contigo y te da la Gracia para hacer lo que tienes que hacer.
Así iremos colocando toda nuestra morada interior y nos daremos cuenta que en medio de tantas ocupaciones, en cada habitación de nuestra alma está el amor de Dios y el amor al prójimo. Y el orden llama al orden, es decir, que cuando tengamos que vivir la caridad con el prójimo no se nos desbaratarán los planes ni nos fastidiará. Y cuando vayamos a hacer un rato de oración no tendremos que intentar hacer malabarismos con el tiempo para sacar un rato, sino que se presentará en nuestra vida como lo más natural del mundo.
Pidámosle a la Virgen que ponga el orden del amor en nuestra vida… y que me lo aplique.