
Pero no seamos ingenuos. Hoy es noche de cenar y hablar por los codos, nos atropellaremos con nuestras intervenciones, que andarán sin correctivos ni inhibiciones, porque estaremos en familia. Pero tienes que hacerte con algunos minutos de atención. No sé dónde ni cuándo, y si antes o después de cenar. Pero esta noche tienes que oler el pesebre de Belén y dejar que te oree ese ventarrón de Oriente. Y de rodillas, con los ojos ciegos (como dice Miguel Hernández, «a oscuras la fe, te ven los ciegos), quedarte preso del Recién Nacido.
Te lo digo por si te sirve, el silencio no existe, siento herir tu fe en el mito. El compositor norteamericano John Cage tiene una obra conocidísima, 4’33». En ella la orquesta interpreta una partitura muda en la que no hay nada pautado. Los profesores de la orquesta están sin emitir un solo sonido exactamente durante ese tiempo. Y el auditorio, atónito, se dispone a escuchar los ruiditos que siempre se filtran y que permanecen inaccesibles en momentos de disfrute musical. A pesar de que la partitura es puro silencio, el oyente escucha las cosas pequeñas de alrededor. Nunca hay silencio absoluto. Muchos escritores de la generación del 98 escribían en los cafés, rodeados del tumulto de la gente. Toda aquella barahúnda les ofrecía el clima perfecto para escribir.
Nunca encontrarás la tormenta perfecta del silencio que te predisponga a rezar. Porque será la sangre la que tiemble, o el neón, o las páginas de tu libro, siempre algo será motivo de distracción. El silencio lo creas tú con la atención. Read my leaps, Dios pende de tu atención, como la madre ama por atención minuciosa a su bebé. El amante anda siempre en fase de desbordamiento de atención, es una aficionado a los detalles con su amada. Y hoy los detalles mínimos del pesebre son tu motivo de atención. Pájaros que duermen, algo de frío, el olor a cuadra, una adolescente con los ojos asombrados en su criatura, un joven que se adelanta a los movimientos de la joven, gente del pueblo que llega y calla, porque no tienen mucho que decir, como cuando delante de un bebé nos salen onomatopeyas, los balbuceos, los juegos con las manos…
Esas cosas son las que te esperan esta noche, como ves, cosas de niños.
Gracias. Es la realidad. Yo necesito silencio, hoy más que nunca desde la mañana para cuando llegue mi Jesús se encuentre a gusto conmigo.
Me ayuda y hago la oración.
Gracias por los comentarios de archimadrid y de Marta.Con la ayuda de Jesús y de su santísima Madre, podré conseguir el silencio que me lleve a estar íntimamente unido a Jesús.
Dios nos bendiga.
«Y hoy los detalles mínimos del pesebre son tu motivo de atención. Pájaros que duermen, algo de frío, el olor a cuadra, una adolescente con los ojos asombrados en su criatura, un joven que se adelanta a los movimientos de la joven, gente del pueblo que llega y calla…» Y no olvidemos el buey y la mula.
Dios nos bendiga.
Todo lo que quiero es acurrucar ese Niño en mis brazos, comérmelo a besos y no dejarlo ir jamás, porque este tan cómodo conmigo que El tampoco quiera irse!