A todos nos gusta ser apreciados y reconocidos, en nuestros ambientes y en la sociedad en general. Lo vemos constantemente, ¿quién no quiere ser famoso o importante para los demás? Hasta las personas más tímidas desean en su interior ser aclamados y los más valorados en su ambiente. Hoy, para muchas personas, es un sueño no pasar desapercibidos y ser más que los demás, el centro de atención. Si no, ¿por qué existe tanto concurso y “reality show” que buscan cada vez lo más extravagante y escandaloso, para llamar la atención de millones de telespectadores consumistas del morbo y de las bajezas más íntimas de la gente?

Jesús en el evangelio de hoy rechaza todo esto. Si vales, si haces o vives algo bueno, si eres tú, una persona, querida por Dios, importante, como todos, no busques las cámaras de televisión, ni el éxito en las redes sociales, ni que todos te alaben y te aplaudan. El buen camino que nos lleva a ver la salvación de Dios es el de la humildad, el de abajarse, ante Dios y ante los demás. Es el camino del “ser” que el Señor ama y que a ti te hace crecer en este amor.

Claro que tenemos que vivir, que hacer, que realizar todos los actos de amor que estén a nuestro alcance. Pero con un solo fin primordial: responder con agradecimiento sincero al amor de Dios, al que le debemos todo, hasta la vida. Y más aún: para cumplir su voluntad, realizar su proyecto de amor en nosotros. Sabemos muy bien que no hay mayor satisfacción, que te llena por dentro y te hace saltar de alegría, que hacer algo bueno por los demás y por ti, con humildad y como el Señor quiere, y conociéndolo sólo tú y Él.

Esto es ser pequeño, es abrir el horizonte y contemplar la inmensidad del misterio que nos “hace”. La humildad de la pequeñez es vivir la protección, la seguridad y la sabiduría de quien está por encima de ti, de quien es el auténtico centro de nuestra existencia que ha querido abajarse para compartir juntos la Vida, para salvarnos de nuestros egoísmos, de nuestro orgullo, de nuestra soberbia que no nos deja vivir. Leemos hoy: El primero entre vosotros será vuestro servidor.