La primera lectura de hoy lleva la tensión al límite. Dios le pide a Abrahán que le sacrifique a su hijo único, a quien había concebido en su ancianidad y como cumplimiento de una promesa que Él mismo le había hecho. Por la fe Abrahán conduce a su hijo a la montaña del sacrificio. De camino hay una cantinela del santo patriarca que expresa angustia y confianza al mismo tiempo: “En la montaña el Señor proveerá”.
Isaac es una imagen de Jesucristo. Este texto, leído como prefiguración de lo que será la pasión del Señor, nos permite descubrir muchas cosas. En primer lugar podemos ver en Abrahán lo que serían los sentimientos del Padre ante la entrega de su Hijo. Frente a quienes ven en el misterio de la Redención un silencio incomprensible de Dios, aquí se nos muestra como un padre ofrece a su hijo. Y Abrahán actúa movido sólo por la fe. La fe de aquel hombre fue llevada a un extremo que, en la Biblia, no encuentra parangón salvando a la Virgen junto a la Cruz de su Hijo. Los padres subrayaron la prefiguración fijándose tanto en Abrahán, como en Isaac, que secunda la decisión de su padre sin protestar. Se trata de un ejemplo de obediencia que, después, traerá la bendición sobre toda la tierra.
Este texto resulta oscuro para nosotros. No pocos intérpretes subrayan que la enseñanza que oculta es el deseo de Dios de que acaben todos los sacrificios humanos. En algunas culturas vecinas a Israel era esta una práctica más o menos habitual, que incluía dar muerte al hijo. Pero más allá de esta interpretación, la petición que Dios hace a Abrahán, nos lleva al centro misterioso de la historia. Se nos dice por una parte que hay que vivir con absoluta confianza en Dios. Vivir de la fe implica ser conducido continuamente hacia lugares que desconocemos, incluso colocados al borde del abismo, como sucede en el texto de hoy.
Pero Isaac es salvado. En el último momento, cuando el cuchillo de su padre está a punto de bajar sobre él, un ángel detiene la mano. La fe de Abrahán ha sido probada. Isaac no muere y un carnero ocupa su lugar. Cuando la pasión de Cristo, en el Huerto de los Olivos, la situación será diferente. También allí acudirá un ángel. Pero esta vez no será para detener el sacrificio, sino para consolar al Hijo que ha de beber el cáliz de la pasión.
Por otra parte, para nuestra vida espiritual, encontramos aquí algunas enseñanzas. Una posible es que Dios nos pide acompañar a los que son probados. Muchas veces hay que saber estar al lado de quienes, por la fe, sufren. Como Abrahán y su hijo poco puede hacerse más que caminar juntos a la espera de que el Señor manifieste su voluntad. No es nada fácil ese camino, pero permanecer fieles a quienes sufren por amor a la verdad, proporciona un gran consuelo. ¿Qué más podía decirle Abrahán a su hijo? Nada. Sólo permaneciendo a su lado, de alguna manera, le hacía ver que aquello no era irracional y que había un misterio que aún no se había manifestado en plenitud. Me viene a la mente ahora el dolor de tantos cristianos que son perseguidos a causa de su fe. Son hermanos nuestros también probados. En su fidelidad se nos manifiesta la fuerza de Cristo. No podemos olvidarlos, ni podemos dejar de rezar por ellos.
Aún con todo, la lectura de hoy llena nuestro corazón de estupor. Pidamos a la Virgen María que nos enseñe a acoger con sencillez la palabra de Dios y nos acompañe para que sepamos vivirla.
Abrahan y su hijo Isaac estarían sufriendo muchísimo creo yo, pero su fe en Dios y es «Dios proveerá» , lo que lo transforma todo, y lo relaciono con el caminar en esta vida, pues el que no tiene fe no le da sentido a su vida, está en un desierto donde la angustia se apodera de el. Sin embargo el Señor nos abre muchas puertas y la fe nos enseña que nada hay imposible para Dios.
No hay palabras para expresar el misterio de la fe probada en la entrega de la vida de un hijo, y menos aún la entrega de Jesús en la Cruz obediente al Padre hasta la Muerte y el dolor de Maria…No hay palabras.
La Iglesia perseguida, la entrega de tantos hermanos hoy, también escapa a mi comprensión aunque completa el misterio de la fe y conduce a la aceptación del misterio de la Santísima Trinidad; el amor entre las Tres Personas Divinas, que es amor de familia, y nosotros que nunca estamos solos en esta vida y que estamos llamados a la Vida Eterna.
Que estemos «a la altura» , que demos testimonio de la fe, y Maria no se aparte nunca de nuestro lado en la prueba.
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Para saber ayudar a mis hijos, esposo, familia
Señor: Al leer tantos comentarios de mis hermano en la fe no queda sino darte gracias por tu Santa Intervención en mi vida. La fe opera en todos tus hijos, me toca Pedirte que no permitas que la pierda ante tantos sigzagueos del tiempo. Rezar, Tener fe y no preocuparse aconseja Padre Pío. Madre, intercede. Amén
La fe es uno de los misterios más grande que el hombre tiene en si mismo, por fe Jesús en el Evangelio perdona los pecados y el paralitico asienta que así es, Abrahán por la fe monta el altar de sacrificio a sabiendas de lo que Dios le había pedido sacrificar, Nosotros por fe comulgamos el Cuerpo Místico de Cristo el cual se hace presente en la consagración por medio del sacerdote, la fe la podemos confundir con aquella agua turbia, pero si dejamos que se asiente lo turbio despejamos las dudas de lo que hay al fondo. Como decía en Santo Papa Juan Pablo II «NO TENGAN MIEDO» miedo a lo desconocido que lo iglesia nos propone para Evangelizar