El Evangelio de hoy es sencillamente de locos, porque el Señor cuenta una parábola que puede llegar a escandalizar al sentido común. Hay un rey que parece un insensato, y es el protagonista de la historia, perdona la deuda de uno de sus empleados sencillamente porque se lo pide. Esto es como si la Unión Europea, Merkel, el FMI y el BCE, se pusieran de acuerdo en perdonar la deuda de Grecia porque Tsipras lo solicita. El Señor no nos habla de disposiciones humanas, ni de pistas para nuestra organización civil, sino del carácter del Padre. Y Dios Padre es una Persona que se estremece ante una frase de sus criaturas, una sílaba, un balbuceo.
El sacramento de la confesión es así, le dices al Señor lo mucho que te duele y Él mueve la mano del sacerdote. La inmediatez de la misericordia de Dios la tenemos ejemplificada en la vida de Cristo un millón de veces. El buen ladrón dice lo justo y el Maestro le promete todo; el leproso dice lo que le pasa e inmediatamente actúa; aquel centurión tenía un siervo que se estaba muriendo y sólo por un pequeño acto de fe, el Señor interviene; el hijo pródigo empieza a hablar y le espera un banquete. Siempre es así, un pequeño latido humano provoca en Dios una erupción de su gracia.
De una forma atrevida, el escritor Charles Péguy escribía que sin una experiencia real de la misericordia no se llega a conocer verdaderamente a Cristo. Las personas que se dicen buenas, la gente que se llama a sí misma honesta, no dejan que entre en ellos la presencia de Dios, porque no le necesitan, «las personas honestas no tiene la apertura provocada por una espantosa herida, por una miseria inolvidable, por una añoranza invencible, por un punto de sutura eternamente mal cosido, por una mortal inquietud, por una invisible y recóndita ansiedad, por una amargura secreta, por una decadencia perpetuamente enmascarada, por una cicatriz eternamente mal cicatrizada. No presentan aquella apertura a la gracia que esencialmente es el pecado. Las ‘personas honestas’ no se dejan mojar por la gracia». Y el Papa Francisco nos recuerda, «solamente quien ha sido acariciado por la ternura de la misericordia, conoce verdaderamente al Señor».
Perdonar a los que nos ofenden…parece la contrapartida justa al perdón de nuestras ofensas por aquel que cargó con todos nuestros pecados siendo Dios, El Amor Misericordioso.
Perdonar, para nosotros, es mirar a los otros con la mirada de Dios…y se nos hace muy costoso, porque esa mirada supone
dejar atrás la commplacemplacencia, en un mundo en que impera la violencia como medio de resolver losconflictos.
Esa mirada tiene que definirnos y como comunidad tiene que impregnar de paz todos los ambientes, erradicar de las estucturas civiles las formas de pecado y convertir nuestra vida en familia en un remanso de paz para los demas.
cuando mas cerca está un alma de Dios…menor es su apropiacion…y mayor su entrega.Como ocurrió con todos los santos y hoy sigue ocuriendo para atraer todas las cosas a Dios.
Gracias por vuestros comentarios, que me ayudan mucho.
Es tan cómodo sentirnos buenos, tan fácil… que muy a menudo ni se nos pasa por la cabeza que podamos estar equivocados, ya que éso es incómodo y muy molesto. Requiere una humildad que sencillamente no poseemos. Pero esa humildad, por mucho que escueza, es la ventana a través de la cual entra la verdad, que en definitiva es lo único que importa.
Feliz dia!!
Gracias Jesús por tu misericordia.
Gracias comentarista 4
Gracias Inmaculada e Isabel, a todos, por vuestros comentarios.
MISERICORDIA
Una palabra honda, para no pasar indiferentes ante el sufrimiento y la debilidad humanas.
Su Santidad Francisco, se ha pronunciado al respecto, ha declarado un año dedicado al encuentro del hombre y la mujer con el perdón y la misericordia de Dios derramada a través del Espíritu del amor.
Es un hecho, hay corazones de piedra, inmisericordies, para quienes sólo cuenta el interés personal, el beneficio o provecho, un protagonismo excluyente, al final, la absoluta indiferencia.
Sin duda, el sufrimiento nos vuelve más humanos, comprendemos mejor el dolor de los demás y hasta tenemos una mayor tolerancia.
El Evangelio nos relata la exquisita sensibilidad de Jesús, que le movía el corazón y se le «conmovían las entrañas» ante el sufrimiento humano.
Pienso que la misericordia que brota de un corazón sincero, busca ante todo hacer el bien, sin acepción de personas.
Hay demasiadas puertas cerradas, que dejan fuera, a la intemperie, a multitud de hombres y mujeres, esperando una respuesta.
Y suena y suena la llamada, como un repique de campanas cuyo eco se pierde, y al otro lado la desesperanza muere.
SED CRISTIANOS MÁS FIRMES AL MOVEROS… Dante Alighieri.
No hagamos esperar al amor.
Señor: Tu Misericordia es Infinita; Tocar al hermano necesitado transforma mi vida y entonces veo tu rostro. Gracias te doy por Mi ángel custodio, guardián firme de mi fe y esperanza. Madre Mía , Intercede. Amén
Tengo a los Santos como maestros que me ayudan. Gracias.