Ayer hablaba con una señora que pedía consejo sobre un tipo de fecundación artificial. Se había aconsejado de médicos y los métodos que le proponían no eran moralmente lícitos y sobre todo con el último que le propusieron le entró el temor de ofender a Dios con lo que vino a consultar-con su marido-, la moralidad de tal método. hablamos un poco y luego le concerté una cita con un sacerdote, médico y amigo que le explicaría todo mucho más. Me di cuenta que aunque usábamos argumentos desde la razón su gran miedo era ofender a Dios y, eso me gustó: palpar otra vez el temor de Dios que tantas veces se ha perdido. Queremos hacerlo todo tan razonable (y lo es), que se nos olvida el que el pecado es una afrenta a Dios, pues nos olvidamos del fin para el que nos creó y nos redimió. El temor de Dios no es miedo a Dios sino tener miedo de no amarle con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestro ser.

Gamaliel, fariseo sabio y sensato, sabe que si algo es de Dios sería absurdo luchar contra ello y lo que sea una locura se disolverá solo. Sería de estúpidos empezar una batalla que ya sabes perdida de antemano. Se azota a alguien para humillarlo y doblegarlo, pero los Apóstoles “salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.” Lo que parecía la victoria de la fuerza se convierte en derrota por la alegría.

Felipe le contestó: – «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». La victoria de Dios no se hace hoy –al final de los tiempos el dirá-, por el poder o la violencia. La victoria de Dios se manifiesta en que con cinco panes y dos peces es capaz de saciar a la multitud. Imagínate por un momento que el mal parece triunfar en todo el mundo, las iglesias son cerradas o convertidas en teatros, los sacerdotes perseguidos y el llevar una cruz o una medalla al cuello mereciese la cárcel, se prohibiese nombrar a Dios y las manifestaciones públicas o privadas de la fe. Imagínate que en ese ambiente, en un pequeño pueblo perdido, en un nuevo Patones (pueblo de Madrid que se les pasó conquistar a los franceses pues no lo encontraron y el alcalde se proclamó Rey de Patones al saber que en Madrid había un rey francés), pues en ese nuevo Patones hubiera un sagrario con el Santísimo y dos viejecillas adorándolo…, pues ahí comienza la victoria de Cristo. El mal es muy presuntuoso y escandaloso, pero ni todo el mal del mundo entero renegando de su Dios tiene la fuerza de un acto de fe ante la Eucaristía, de una Comunión hecha con fervor, que un acto de caridad en nombre del Señor Jesús. Por eso no podemos ir de víctimas por el mundo, no podemos envidiar el poder de otros pues estamos en manos del Todopoderoso. tengamos temor de Dios para amarle cada día más, no para vivir asustado a ver si se enfada. En el día de hoy habrá mucha más gracia que pecado, Dios hará muchas más maravillas que blasfemias se digan en el mundo. ¿Vas a luchar contra Dios y a estar triste desesperanzado? Sal a la calle y anuncia la buena noticia acerca del Mesías Jesús, por poco que te parezca que hagas Dios lo multiplicará.

De la mano de María recuperemos el temor de Dios y queramos quererle un poquito más cada día.