san Pedro 5, 5b-14

Sal 88, 2-3. 6-7. 16-17

san Marcos 16, 15-20

“Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes.”

Los amigos nos alegramos de estar juntos y podemos aplazar un montón de cosas para poder vernos. A veces da un poco de vergüenza llamar para pedir un favor, pero sabemos que podemos contar uno con el otro siempre. El amigo cuando te corrige no es para ponerte en vergüenza sino para ayudarte. Te puede decir cosas mas “fuertes” que quien te odia a muerte, pero las aceptas con alegría, pues sabes que te las dicen porque te quieren y aprecian. Así es fácil ser humilde pues aceptas la corrección (aunque te escueza) sabiendo que te la dicen por tu propio bien.

“Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar.” No es “políticamente correcto” hablar hoy del diablo. Parece cosa del pasado y de tiempos del medioevo. El otro día prediqué de la condenación (pues si hablamos de salvación, será salvación de algo) y un religiosa no ha vuelto a las Misas que predico. Pero volviendo al diablo, está rondando para deshacer la amistad entre los hombres, para hacernos soberbios y no admitir la corrección de nadie ni por nada. Nos volvemos cerriles, pertinaces en el error y cerrados a “nuestra verdad.” Pero nosotros somos “conocedores” de la verdad, no creadores de ella y, aunque suene muy mal, “el que se resista a creer será condenado.”

Retomando todo el comentario. Cuando me corrigen todo lo escrito me alegro pues lo hace un amigo que no busca su notoriedad sino que este comentario esté dignamente escrito. Cuando el Papa me llama amigo sé que me corregirá, pero no por quedar “por encima”, sino por que quiere que mi vida sea reflejo de la vida de Cristo. Cuando pongo mi criterio por encima del de “mi amigo,” el Papa, estoy dejando que el diablo actúe en mí y seguramente la fastidie.

Madre nuestra, Virgen María, ayúdanos a entender que San Marcos (que hoy es su fiesta), no escribió el Evangelio para ser un “libro de estilo,” sino porque Dios quiso hablarnos hoy, ahora y siempre, por medio de pobres palabras humanas. Escúchalas, aunque corrijan tu vida.