“Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret”, le dice Felipe a Natanael. Felipe expresa muchísimo en ésta frase. El Mesías tan esperado por su pueblo, aquel que viene a dar cumplimiento a todas las promesas que Dios hace a su pueblo las identifica en la persona de Jesús.

Felipe nos ayuda a descubrir cuál es nuestra misión en la vida, qué es lo que estamos llamado a comunicar a las demás personas con las que convivimos y trabajamos. El papa Francisco en la llamada que nos hace a todos lo expresa así:

“todos somos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico del Señor, que más allá de nuestras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su Palabra, su fuerza, y le da un sentido a nuestra vida. Tu corazón sabe que no es lo mismo la vida sin Él; entonces eso que has descubierto, eso que te ayuda a vivir y que te da una esperanza, eso es lo que necesitas comunicar a los otros” (Evangelii Gaudium 121)

Hoy nos podríamos preguntar: ¿Qué es lo que a mi me ayuda a vivir? ¿Qué actitudes de vida, qué aspectos de la fe y de la persona de Jesús me dan fuerza y sentido en el día a día?

El papa nos ayuda a sincerarnos y a darnos cuenta de que realmente no es lo mismo la vida sin El o con El. Por eso desde ahí nos podemos preguntar: ¿En qué situaciones de mi vida he experimentado que no da lo mismo la vida con El o son El? ¿Qué situaciones he superado gracias a El? ¿De dónde he sacado la fuerza para vivirlas de una forma reconciliada, que no me hicieran daño, incluso con alegría?

Esta reflexión puede ayudarnos a reconocer lo que Dios ya ha hecho en nuestras vida y la fuerza de la fe en ellas. Hay personas que gracias a la fe en Jesús rehicieron su matrimonio y no se separaron. Otros reconocen que la fe les ayudó a aceptar con paz la pérdida de un ser querido. Otros que gracias a la persona de Jesús llegaron a poder perdonar fuertes ofensas. Otros experimentan que Jesús cambió por completo su escala de valores y del carrierismo pasaron a vivir la alegría de sacar lo mejor de los demás y a potenciarles.

A la hora de hablar con los demás no se nos pide dar teorías o buenos consejos, sino justamente ésto, lo que a mi me ha ayudado y dado esperanza en la vida. Que en medio de nuestras imperfecciones no callemos aquello ya “hemos encontrado” como Felipe.