Hace 25 años que me ordenaron sacerdote el 3 de mayo, es normal que me acuerde. Lo que ya no es tan normal es que de pronto me han metido en un grupo de WhatsApp (no sé si he dicho alguna vez que me molesta mucho WhatsApp, lo tengo silenciado siempre, y más los grupos), que se llama “Nos confirmamos hace 25 años” y ese es de los que te da alegría estar. Los chavales que eran adolescentes en la parroquia que estaba en Carabanchel se han acordado, se van localizando y, ya casi todos casados y con varios hijos, estamos quedando para celebrar sus 25 años de confirmados. Hay mucho que hablar, hace 23 años que salí de esa parroquia y a algunos no los he visto desde entonces. No había entonces tantas formas de comunicarse en esos años (ni móviles) y ellos empezaban su universidad o sus trabajos y yo mi vida sacerdotal. La falta de hablar hace que ignores muchas cosas de su vida, si hubiéramos hablado todos los meses no ignoraríamos tantas cosas de nuestra vida, pronto nos pondremos al día. El silencio, a veces, es necesario, en otras destruye cosas.

“Se dijo: «El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio» Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer – no hablo de unión ilegítima – la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio”. Jesús no calla. Jesús habla y muy claramente. Parece que últimamente algunos eclesiásticos no hablan tan claramente o han optado por callar. Un ejemplo es el divorcio (otros el aborto, la explotación en el trabajo, de la corrupción está hablando muy claro el Papa Francisco, las relaciones prematrimoniales), y otros muchos de los que se opta por callar o se generan dudas.

Un caso claro, por antiguo es el divorcio entre bautizados casados por la Iglesia. En muchos cursillos prematrimoniales se habla de la indisolubilidad muy someramente, aunque se dedican horas a las causas de nulidad (eso es dar ánimos antes de casarse). Los cancionistas se contentan con poner una pregunta en el expediente, como si hicieran el expediente con la misma intensidad y atención que el examen de selectividad. Y poco a poco el divorcio se ha ido abriendo paso como una opción natural: me equivoqué, me divorcio. A la primera de cambio, a la segunda disputa, mucha gente se divorcia. Como no se les ha hablado se vuelven a casar por lo civil con otra persona como si pudiésemos borrar las promesas hechas a Dios con borrón y cuenta nueva. Y entonces le damos mil vueltas a la manera de acompañar a los divorciados vueltos a casar y gastamos montones de energías.

Sería algo como que los médicos estuvieran discutiendo de cómo acompañar a los amputados de la pierna derecha y se gastasen y se desgastasen la vida en estudiar prótesis, abaratarlas, estudiar implantes y las conexiones nerviosas…, y no se dieran cuenta que cada día hay más amputados de la pierna derecha porque los cirujanos han decidido que en cuanto uno tiene una fisura o una rotura o aun esguince la solución más fácil es amputar. Nada de operar o escayolar, nada de rehabilitación ni acudir al fisio. Cortamos y luego usted verá. Si al enfermo le dicen que la única solución es amputar lo aceptará con tal de que le quiten ese dolor insoportable.

Un dato importante: el divorcio no es pecado. El pecado es casarse con otra persona si sigue siendo válido su matrimonio eclesiástico anterior. un divorciado que vive solo puede comulgar perfectamente si está en gracia de Dios en su vida. Hay momentos en que hay que amputar para salvar una vida.

Otro dato importante: el divorcio siempre duele. No puedes decir que la persona que has amado, a la que te has entregado, con la que has compartido lo más íntimo de tu persona, de pronto desaparece y te da igual. Cuanto menos sientes que has fracasado. Es traumático.

¿Qué hacer? En esta época en que decimos tanto que lo importante es prevenir es adelantarse. Tener sacerdotes y personas casadas y expertos (que los hay), que puedan salir a curar esa enfermedad,  que puede ir creciendo en el matrimonio, y dar medicamentos para curar antes de que salga gangrena y haya que amputar. ¡Cuántos matrimonios se han ido al traste por una tontería que ha ido engordando o por algo gordo que no hemos sabido perdonar y pedir perdón!.

Por tanto, ¿el divorcio existe y es posible? si. ¿Es la solución a todos los problemas? no. ¿Es un fracaso? si. ¿Podemos los cristianos conformarnos con que es un mal menor y no hacer nada al respecto? No. ¿Tenemos que gastar más dinero, tiempo, posibilidades y verborrea en prótesis o en medicamentos? En medicamentos.

Y así en muchas más cosas que hemos tirado la toalla y entonces hacemos daño. ¿No es políticamente correcto decirlo? Pues diremos con San Pablo: Llevamos el tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.

Atribulados en todo, más no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados , mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

Que la Virgen María, Virgen fiel, cuide de todos vuestros matrimonios. No tengáis miedo a hablar que en estos casos el silencio hace daño. Y los divorciados vueltos a casar a venir a Misa, a rezar con intensidad y a pedir la luz del Espíritu Santo.