El Evangelio de hoy nos habla de un administrador a quien acusaron de malbaratar su hacienda. El papa Francisco lo retoma desde la perspectiva de que Dios llama a los padres y madres a llevar el pan a casa con su trabajo honesto. Pero el caso de éste administrador es el de aquel que daba de comer a sus hijos pan sucio y que eso le hace perder su dignidad. Y esto es un pecado grave. Se comienza con una pequeña complicidad, un pequeño soborno, pero es como la droga. Después viene lo otro y lo otro y se termina legitimando la corrupción a niveles más grandes. El papa habla con toda claridad de que la corrupción no es algo que afecta sólo a algunos famosos, sino que envuelve a todo aquel que no se gana su pan con dignidad.
También el Evangelio de hoy nos hace trasparente toda la cadena de pensamientos que se desarrollan en la mente de dicho administrador: «¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas.»
Después nos muestra la astucia de éste hombre que se hace con el agradecimiento de los deudores de su amo: «Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?» Respondió: «Cien medidas de aceite.» El le dijo: «Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.» Después dijo a otro: «Tú, ¿cuánto debes?» Contestó: «Cien cargas de trigo.» Dícele: «Toma tu recibo y escribe ochenta.»
Al final Jesús no alaba la actuación del administrador, pero hace de esta situación corrupta una provocación para los cristianos a que no seamos menos astutos que los hijos de las tinieblas: “El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.» ¡Ojala que podamos invertir mucho más toda nuestra mente y nuestra creatividad en hacer llegar su Amor a cada hombre y mujer de ésta tierra, en abrir nuevos caminos de solidaridad para ayudar a aquellos que tenemos cerca! Si las mentes que se invierten para hacer el mal llegan tan lejos, cuánto más podrían llegar a hacer las mentes que quieren el bien!
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