El Papa ha prohibido la venta de cigarrillos en el Vaticano. No tenía ni idea de que se vendiese tabaco en la Ciudad Santa, ni se me ocurriría ir hasta allí a comprar tabaco. Soy un gran fumador, reconozco que es malo y recomiendo a todo el mundo que no empiece pues te pasas media vida intentando dejarlo, y a los de voluntad débil y excusa fácil como yo nos es casi imposible. Pero lo que más me impresiona es la campaña antifumadores que se ha extendido por todo el mundo. Un niño puede hablarte del novio de su madre, de que su hermana se ha ido a vivir con un chico, del compañero sentimental de su otro hermano y de haber robado chuches en la tienda de los chinos. Y te lo cuenta con la naturalidad de quien habla del tiempo que hace en Gran Canaria. Pero te ve encender un cigarro y te mira como un asesino convicto recién fugado de Soto del Real. En la sociedad se ha implantado una doble moral que equipara al ladrón de bancos con el que no recicla, y todavía al ladrón de bancos se le admira, pues son protagonistas de muchas películas.

“Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.” Son palabras muy duras del Señor. Pero en esta sociedad actual lo difícil es escandalizar. Tristemente la inocencia se pierde muy pronto y se genera una capa de insensibilidad que nos impide sufrir por las personas y las situaciones. Hace unos años cando en la televisión se daban imágenes de hambrunas se avisaba de que iban a ver imágenes que podían herir la sensibilidad, hoy se usa a niños desnutridos para anunciar asociaciones humanitarias. Las películas son cada día más violentas y más explícitas, la sexualidad se banaliza, los sentimientos se ensalzan y se hace una sociedad a la vez más inhumana y más débil.

Sin embargo, que las cosas parezca que no nos afectan no significa que no escandalicen. Dios nos pedirá cuenta de las generaciones que estamos dejando y del escándalo de que sean incapaces de escandalizarse.

«Auméntanos la fe» Una petición que debemos hacer a diario. Auméntanos la fe en que Cristo ha vencido al mundo. Auméntanos la fe para saber que somos hijos de Dios y vivir como tales. Auméntanos la fe en que no hay “batallas perdidas” o “ahora el mundo es así”, podemos construirlo de otra manera. Auméntanos la fe en que todo lo que Dios hizo era muy bueno, y el pecado no tiene la última palabra. Auméntanos la fe en que estamos hechos para el cielo.

Cuando rezo delante de una imagen de la Virgen, cada día que rezo de su mano, veo otro mundo que es posible, que es real, el mundo según Dios. No nos acostumbremos a no escandalizarnos del pecado y mucho menos a ser piedra de escándalo para otros.

Cualquier día dejaré de fumar – no lo dejo porque rezáis poco por mi-, y quien no fume que no empiece, pero que tengamos – al menos-,  esa misma sensibilidad para rechazar tanto pecado que pasea por el mundo.