Una de las sensaciones que más claras tenemos en nuestra vida es que en ella se llevan adelante diversos procesos, incluso que la vida misma es un proceso: procesos biológicos, mentales, psicológicos, cognitivos, espirituales, etc. Observamos que hay fases sucesivas de fenómenos o hechos complejos que nos suceden.

Así le acontece a la Iglesia naciente formada por los Apóstoles y todos los que se iban agregando al rebaño del Señor por su predicación de la Buena Noticia del Evangelio. Las comunidades crecen y crecen y se van extendiendo fuera de las fronteras del “Pueblo elegido de Israel”. Es un proceso que requiere constantes transformaciones y surgen las resistencias, las dudas y las controversias que nos describe la primera lectura en un momento importante.

El término proceso significa progreso, avance, marchar, ir adelante, ir hacia un fin determinado. Y esa es la realidad de nuestra vida cristiana: un proceso de conversión siguiendo a Jesucristo para estar un día con Él en su Reino, en la Vida Eterna (Vamos alegres a la casa del Señor). Desde ahí los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto, porque hay que avanzar y no perder de vista de cual es la misión. Jesús nos dice en el evangelio de hoy que sin Él no podemos hacer nada y que tenemos que permanecer unidos a Él. Así lo vivían los apóstoles y por ello ante las decisiones y los problemas de sus vidas y de la comunidad, buscaban en el discernimiento, la oración y el diálogo común desde la fe lo que el Señor quería, su voluntad.

El éxito de la evangelización está en permanecer la Iglesia, nosotros que la formamos, unidos al Señor como la vid y los sarmientos. Por ello, hoy la liturgia nos invita a ser conscientes de nuestro propio proceso personal de fe y de cómo estamos en el. Es necesario caminar en la profundización de nuestro bautismo y en la madurez de nuestra fe católica, sin perder de vista que esto nos lleva a anunciarla con nuestro testimonio de vida. Nos damos cuenta que permanecemos en el Señor, si nuestro proceso integral de vida de fe avanza y va afectando a todas las dimensiones de nuestra existencia personal, sin pararse o ir hacia atrás.

Algunos convertidos de la secta de los fariseos querían volver a antiguas practicas religiosas, no avanzaban en su proceso de conversión. Tú ¿como estás en tu proceso de conversión?, ¿cómo va tu camino de maduración en la fe? ¿Has vuelto atrás?¿Estás atascado? En este mes de María, de Nuestra Madre la Virgen, aprovecha para avanzar, pide su intercesión para desbloquearte.