Leía en un periódico nacional el otro día un artículo sobre las vacaciones y la importancia del descanso en ellas. Todos necesitamos descansar y, principalmente, romper con la rutina diaria para recobrar fuerzas, ilusiones, proyectos y esperanzas. El riesgo de agotamiento ocupacional, de bloquearse o de quemarse es muy posible si no se descansa.
San Ignacio insiste en la necesidad de que se cuide a la persona. Pero, en la actualidad somos testigos de una vida vertiginosa, productiva, de objetivos prácticos y de quererlo hacer todo, llegando a situaciones límite que perjudican gravemente a las personas, su salud, sus relacciones, etc. Es verdad que se promociona mucho el ocio y el tiempo libre como evasión y descanso. También hablaba el artículo, no solo del descanso físico, sino del descanso psicológico y mental. Pero esto es incompleto; hay un descanso más profundo de la persona que es imprescindible y nunca se habla: el descanso del alma. Es el descanso que hoy ofrece Jesús en este pasaje del evangelio de Mateo.
¿Por qué no descansamos de verdad? ¿Por qué no paramos y nos miramos a nosotros mismos? Quizás porque no cuidamos el equilibrio interior de nuestra persona; tal vez porque hemos abarcado más de lo necesario o posible; puede que no nos aceptamos como somos y seguimos chocándonos con los mismos “muros” o por no haber sabido introducir en nuestra vida tiempos de descanso, de paréntesis en el vertiginoso desarrollo de nuestros quehaceres y responsabilidades.
Para este descanso del alma, dice Jesucristo, hay que ir a Él. La oración diaria y habitual es más importante de lo que nos creemos. Es uno de esos paréntesis que necesitamos para tomar perspectiva y vivir equilibradamente. El examen de conciencia con la gratuidad por lo bueno recibido y vivido, también lo es; la senda del justo es recta. Tú allanas el sendero del justo; en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos, ansiando tu nombre y tu recuerdo. Mi alma te ansia de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti, nos dice Isaias hoy.
Pero tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón. Hay que seguir la voluntad de Dios con una actitud humilde, buscando aprender, perseverando en la confianza de corazón en Él, para llevar a cabo este descanso más completo.
¿Cómo te planteas este verano? ¿Cómo vas a descansar? ¿Y hoy? No te olvides, descansa el alma, es lo que buscas.
Me parece un maravilloso consejo, que hay que intentar poner en práctica.
Espero con la ayuda del Señor conseguirlo, cosa difícil en estos tiempos de prisas y anhelos.
Gracias..
si padre, gracias.