Ayer celebrábamos la exaltación de la Santa Cruz, hoy celebramos Nuestra Señora de los Dolores, la presencia de la Virgen, siempre al lado de Jesús, se repite en el momento del sufrimiento. Ella nunca abandona a su Hijo, y nunca abandonará a sus hijos. Una de las realidades que más asustan al hombre contemporáneo es la soledad, sin embargo en el evangelio descubrimos que las personas que tienen fe nunca están solas, sino que el hombre está radicalmente protegido por su Creador y fielmente acompañado por su Madre, María, nuestra Madre. 

Volviendo la vista al evangelio del día podemos observar en él dos enseñanzas, dos reflexiones de tipo sapiencia, que recogen ciertamente la sabiduría popular. La primera por sus frutos les conoceréis, la segunda edificar la casa sobre la roca.

En el caso de los frutos hoy podríamos estar tentados de cierto pesimismo, pues parece que los frutos del Evangelio, por lo menos el Occidente, son escasos, o incluso inexistentes. La sequía vocacional, la falta de jóvenes en nuestras iglesias, la irrelevancia social… Son algunos de los síntomas de la crisis actual. Pero como siempre decimos el pesimismo no es una respuesta cristiana hay que ser valientes para juzgar con realismo las situaciones y enfrentar los problemas desde la fe, pero para poder hacer esto, enfrentar los problemas desde la fe y dar buenos frutos necesitamos estar bien asentados en los principios cristianos. En nuestra casa, en esta casa sobre roca, nos vemos afianzados en el amor misericordioso y fiel de Dios cualquier otro valor o realidad no responden al hombre o al cristiano prudente si no más bien al necio que construye sobre arena. Y la Virgen es la personificación de quien construyendo sobre roca, sobre la fe inquebrantable en el Señor y en lo que Dios le pide, da frutos abundantes.

A veces es difícil saber sobre que estamos construyendo porque lo que se nos propone desde nuestra sociedad y en nuestros entornos parece lo mejor pero acaba siendo un espejismo, una falsa ilusión, algo sobre lo que no se puede construir. Pidámosle  pues discernimiento al Señor para poder construir nuestra vida sobre la roca firme que es el evangelio y dar el fruto abundante de buenas obras y amor de Dios que tanto necesita el mundo