18/01/2019 – Viernes de la 1ª semana de Tiempo Ordinario.

Y estos, ¿qué hacen?

El relato evangélico de aquellos hombres que utilizan la creativa imaginación, el esfuerzo, la astucia, para poder “descolgar” desde el tejado a un paralítico para que lo cure Jesús, nos lleva a un montón de consideraciones sobre la vida cristiana:

  • El valor por ayudar a los demás,
  • El valor de acercar a los demás a Jesús,
  • El valor del perdón de los pecados más importante que una curación física.
  • Y en negativo la actitud de los letrados que se quejan de que Jesús perdone los pecados del paralítico, ajenos a la verdad profundamente religiosa que están contemplando, porque están en sus elucubraciones religiosas de sus dogmas y de sus normas, que a la postre es lo que les frena a entender que Jesús es el Hijo de Dios, porque rompe todos sus esquemas preestablecidos.

Y estos, ¿qué hacen? ¿No nos suenan a algo? No hacen nada. Sólo critican a los que hacen algo. Los hay por doquier…

  • En el trabajo se cruzan de brazos. Ley del mínimo esfuerzo. En cuanto pueden se piden una baja. Eso si, se pasan el día criticando a los demás, diciendo como deberían trabajar los demás.
  • En la Iglesia también pasa lo mismo. Los hay que lo o critican o se quejan de todo, con mayor o menor incidencia, con mayor o menor respeto. Ven fallos por todas partes, o como los escribas y fariseos del Evangelio, herejías por todas partes. Pero suelen hacerlo desde sus cómodos sillones. Sin mover un dedo. Al menos sin ponerse a la altura, al ritmo, a la entrega de quienes critican o de quienes se quejan.
  • Dice el Papa Francisco: “Prefiero una Iglesia accidentada, a una que está enferma por cerrarse”. Ciertamente, quien no se mueve nunca se equivoca. Y se puede permitir el lujo de criticar a los que se mueven, se equivoquen o no.

¿Y tú? ¿Entre quienes estás, entre los que arriesgan a pesar de poder equivocarse, o entre los que aparentemente nunca se equivocan porque sólo critican a los que se arriesgan?