Ante situaciones complicadas, de las que podríamos no saber cómo salir, hay que pedirle al Espíritu Santo: “Diga lo que diga, que la gente me entienda sólo lo que Tú quieras”. Hemos de suponer que Él hará el resto, y no volveremos a preocuparnos de lo que puedan pensar los demás de nosotros. 

De esta manera, se entiende el pasaje del Evangelio: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros”. Hay mucha gente que no entiende y que no está dispuesta a comprender las cosas. Es el gentío de mala fe que siempre pone piedrecitas en los zapatos para molestar y hacer que sea más dificultoso el caminar, pero también hay otras muchas personas que no. Son las que nunca han escuchado las cosas y hay que hacer el esfuerzo de presentarlas de tal manera que las entiendan y las vayan asimilando.

San Mateo nos da dos claves: 

1.- “Tratad a los demás como queráis que ellos os traten”. Podríamos traducirlo en cariño y constancia. 

2.- “Entrad por la puerta estrecha”. Es decir, el no dar gato por liebre: no hay que dejar de exigir, porque si no, puede quedar sin estrenarse en los demás todo lo bueno que llevan dentro.

Nuestra Madre la Virgen, sabrá también estar al quite y nos ayudará a aprender a todos esas cosas “evidentes” que quiere meter en nuestra alma su Hijo Jesús.