VIERNES 31 DE ENERO DE 2020 / III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

CRECE Y SE HACE MAYOR QUE CUALQUIER OTRA (Marcos 4, 26-34)

Dice Jesús que aunque cuando se siembra la semilla del Reino de Dios está sea la más pequeña y humilde (la de mostaza casi imperceptible e insignificante), en cambio luego crece y se hace mayor que cualquier otra planta que exista. La razón es clara: el Reino de Dios no es como los demás reinos, su “empresa” no es como las demás “empresas”. Los demás reinos y las demás empresas dependen sólo del hombre. Cuanto estos más inviertan, más poder tengan, más se hagan fuertes, sus reinos y sus empresas más crecerán. Dependen de ellos. Pero el Reino de Dios y las grandes empresas de Dios (pensemos en todas las obras a lo largo de la vida de la iglesia nacidas de hombres y mujeres inspirados en el Espíritu Santo), pueden ser emprendidas por pobres y humildes personas, sin apenas recursos ni ayudas, y pueden haber sido en sus inicios tan insignificantes e imperceptibles como un grano de mostaza. Pero resulta que no eran obras suyas, sino obras de Dios, y por eso crecen y crecen y se hacen mayores que cualquier otra obra. Y mientras se suceden reinos que caen con la misma fuerza como fueron enaltecidos, reinos humanos y cuantas veces inhumanos, resulta que el Reino de Dios esta creciendo a nuestro alrededor a pasos agigantados, pero como no miramos la realidad con los ojos de Dios, y ni siquiera con los ojos de los santos, no lo vemos crecer, y nos parece que es un sueño, una utopía.

Pensemos en la obra que inició San Juan Bosco, a quien hoy celebramos, que  nació en un caserío a 30 kilómetros de Turín (Italia). Tiempos de hambruna y paro. La orfandad y pobreza constituyen su infancia. Las ciudades de Castelnuovo y de Chieri son el espacio donde Juanito estudia y trabaja en preparación para el sacerdocio, a la muerte de don Calosso, su maestro y confidente. Dando lecciones particulares, siendo mozo de café, aprendiz de sastre y otros oficios Juan se va costeando los estudios con la ayuda de su madre. Con sus amigos de escuela forma la «Sociedad de la Alegría». En 1841, ya sacerdote, recorre las calles de Turín descubriendo en el rostro de tantos chicos explotados por sus patrones, de tantos otros desocupados y abandonados a sí mismos, la llamada de Dios a ser padre, maestro y amigo. Don Bosco será casa, patio, escuela y parroquia para sus jóvenes. Su método educativo será el Sistema Preventivo. A fin de darle continuidad a su obra, en 1859 funda la Sociedad de San Francisco de Sales, más conocida como los Salesianos. Muere en Turín en1888. Fue canonizado por Pío XI en 1934.

Cuando vivía don Bosco, para los ojos de mundo, era un soñador que pretendía que todos los niños y jóvenes fueran acogidos y educados, alimentados en el cuerpo y en el espíritu, para convertirse en hombres y mujeres de provecho. ¡Bendita utopía! Claro que aún no la ha conseguido. Pero hoy sólo en España hay más de quinientos salesianos y un montón de colegios. Y en países como Angola sólo por los salesianos miles de jóvenes son escolarizados y aprenden un ofició. ¿Acaso no está creciendo el Reino de Dios, reino de justicia, de amor y de paz en la historia, con esta como con otras semillas?