¡A ver qué pasa en las Misas de esta tarde y de mañana! Todo tiene que estar ordenado, no se puede superar el aforo concreto de la parroquia, se deben respetar las distancias y gel una y mil veces para que se vea que nos lavamos. Habrá cosas difíciles que salgan bien. Si para el sacerdote es difícil no decir cada vez que da la Sagrada Comunión :”El Cuerpo de Cristo”, para los fieles es casi imposible no decir “Amén” cuando les llega el momento de la Comunión. Otros, al contrario, se han acostumbrado tanto a la mascarilla en unos días que se les olvida quitársela, y así es difícil comulgar. Otros tendrán la costumbre de “su sitio” en la parroquia y habrá que animarlos a sentarse en otro para poder tener orden y saber que se ocupan todos los sitios disponibles. En fin, mucho orden y cada cual en su sitio.

“Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.” Ya nos preparamos para la fiesta de la Ascensión de mañana. Hoy me vais a permitir unas ciertas licencias en las expresiones, pues no es fácil, y espero no caer en la herejía, lo que quiero expresar.  Jesús vuelve a su lugar, del que sólo le arrancó la misericordia divina para librarnos del pecado. Pero su lugar está junto al Padre. Jesucristo nos quiere mucho, muchísimo, hasta dar su vida por nuestra salvación, pero quiere, si me dejáis expresarme así, muchísimo más el Padre. Y el Padre también está deseando estar con su Hijo, del que nunca se había separado. No habrá, por decirlo así, un reencuentro como se volverán a encontrar las familias que ahora están separadas, pero sí volver a estar como hubieran estado si su amor por nosotros no hubiera “descolocado” esa perfecta unidad. Incluso así todavía se descolocará la Tercera Persona de la Santísima Trinidad para inhabitar en las almas en gracia y en su Iglesia. Somso para Dios su alegría y su corona…, de espinas. Somos como los hijos para los padres, una inmensa alegría y un gran des-colocamiento del sueño, las prioridades, las preocupaciones, los gustos… Pero al igual que los hijos tienen que querer que sus padres se quieran mucho pues nosotros somos los primeros beneficiarios de ese amor, así también nos tiene que alegrar que el Hijo vuelva al Padre, y así nos hable del Padre claramente.

No  todas despedidas son tristes, algunas rompen un poquito el alma pero ponen la tirita de la alegría por el que se marcha, eso lo veremos mejor mañana, por eso alegrémonos y gocémonos preparando la fiesta de mañana. Que Jesús pueda llevar al Padre nuestro cariño, nuestra fe, nuestra adhesión y nuestras ganas de, un día por su misericordia, también estemos con María y todos los santos junto a la Trinidad Divina del cielo.