Dicen que la corrupción de lo mejor es lo peor. Así, por ejemplo, siendo la tecnología algo estupendo, sin embargo, ha conseguido que no sepamos ningún número de teléfono de memoria, cuando antes sabíamos fácilmente medio centenar.

“Israel era una viña frondosa, y daba fruto: cuanto más eran sus frutos, más aumentó sus altares; cuanto mejor era la tierra, mejores monumentos erigía. Tiene el corazón dividido (…). Ahora dicen: No tenemos rey, no respetamos al Señor, ¿qué podrá hacernos el rey?” Respecto a nosotros: ¿Qué se puede hacer cuando una sociedad olvida su pasado y pone en peligro su futuro? Es decir, hemos perdido la memoria de lo esencial.

“Llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia”. También hoy el Señor llama a unos pocos, y los llama por su nombre. Convoca a todos aquellos que están “enfermos”, los que han perdido la fe, los que viven sin esperanza, los que han abandonado la caridad, los que se sienten desorientados

Cristo no nos envía a convertir a los que no quieren convertirse, ni a pelearnos con aquellos que quieren hacer daño a la Iglesia. Sin embargo, hay tantos que necesitan de una sonrisa, una palabra de confianza, un testimonio de autenticidad … ¡no nos sobra el tiempo!

Hagamos como la Virgen; digamos “sí” a todo impulso del Espíritu Santo.