VIERNES DE LA 24ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (A)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,1-3):

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

HABLA LA PALABRA: El Reino de Jesús Resucitado

Todas las lecturas de hoy nos hablan del Reino de Dios, al que todos estamos llamados, que no tiene fin. Se trata del Reino de Jesús Resucitado. Y san Pablo en su primera carta a los Corintios nos dice que si no hubiera resucitado seríamos unos desgraciados, pero que, habiendo resucitado, Él es la garantía de que todos estamos llamados a resucitar con Él. Con el salmo hemos confirmado la fe en ello: “Al despertar me saciaré de tu semblante”. Y a Jesús lo vemos, en el evangelio de Lucas, “predicando el Reino de Dios”.

HABLA EL CORAZÓN: El Reino de Dios.

  • Con la llegada del reino de Dios se cumplen las promesas que Dios había hecho a través de los Profetas. Dios viene no solo a traer su justicia y su paz, sino también a vencer el mal y la muerte.
  • Este es el mensaje central de la predicación de
Jesús, que cuando tenía alrededor de treinta años comenzó a predicar diciendo: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1, 15).
  • Jesús invita a todos a entrar en el Reino de Dios; aun el peor de los pecadores es llamado a convertirse y a aceptar la infinita misericordia del Padre. Utiliza las parábolas como una forma de anunciar el reino de Dios que pertenece, ya aquí en la tierra, a quienes lo acogen con corazón humilde.
  • Jesús acompaña su palabra con signos y milagros para atestiguar que el reino de Dios está presente en él, el Mesías. Cura a muchos, pero él no ha venido para abolir todos los males de esta tierra, sino, ante todo, para liberarnos de la esclavitud del pecado. La expulsión de los demonios anuncia que su cruz se alzará victoriosa sobre el mal de este mundo.
  • En Jesucristo y por Jesucristo, el reino de Dios se hace presente entre los hombres; Dios mismo nos hace llegar su presencia, su reconciliación, su perdón y su vida. En verdad, Jesucristo es, él mismo, el reino de Dios. La fe en él es la puerta por la que entramos en este Reino.
  • ¿Qué mundo querrías ayudar a construir? El Reino de Dios es el Reino de la justicia, el amor y la paz verdaderas. Si sigues a Cristo te haces cómplice de su Reino.

HABLA LA VIDA: San Juan Macías

Hoy celebramos a San Juan Macías, que nace en Ribera de Fresno (Badajoz) el año 1585. Huérfano a los cuatro años, desde muy niño fue dedicado al oficio de pastor. Su vida esta marcada por una primera educación familia de especial devoción a la Virgen María, particularmente mediante el rezo del Rosario. Las largas horas cuidando ovejas le permiten adquirir hábitos contemplativos. Piensa mucho en el texto del Apocalipsis: «vi un cielo nuevo, y una tierra nueva» y lo identifica con las Américas, hacía poco descubiertas. Emigra a América del Sur. En una nave mercante llega a Cartagena de Indias (Colombia) y más tarde a Lima. Allí pide el hábito de hermano cooperador, en el convento de Santa María Magdalena, en 1622, cuando contaba treinta y siete años. Su vida se distingue por una gran pobreza, humildad y caridad, es una persona sencilla y siempre abierta al cambio de vida. Aprende de los acontecimientos y de la lectura de la Palabra de Dios. Su oración es muy profunda: en ella la Virgen María y San Juan Evangelista le ayudan a encontrarse permanentemente con Cristo. Es un hermano muy respetuoso de los consensos comunitarios e incansable trabajador.

Fue portero del convento durante veinticinco años. Desde ese puesto ejercita una increíble obra de beneficencia material y espiritual con limosnas y con el rosario ofrecido por los pecados propios por los demás y en sufragio por las almas del purgatorio. Tuvo también mucho influjo en la ciudad con sus consejos. Aquella portería de la Magdalena se convierte en lugar de comunión y participación de pobres y enfermos. Allí Juan Macías ora con ellos, les imparte catequesis y les ayuda en sus necesidades. Su acción va más allá del recito conventual. Es capaz de amaestrar un borriquillo que con él pide limosna. Más de una vez, sin guía alguna, se dirige a las casas de los necesitados llevándoles alimento. Contemporáneo de San Martín de Porres y Rosa de Lima, es también evangelio viviente del Señor Jesús. También como San Martín, sufre con valentía injurias y calumnias por su caridad heroica con los necesitados.

San Juan Macías murió en Lima el 15 de septiembre de 1645. Su cuerpo se venera en la basílica del Rosario. Fue beatificado por Gregorio XVI en 1813 y canonizado por Pablo VI el 28 de septiembre de 1975.