El Señor envía a sus apóstoles como un ejército de pobres y limosneros: sin comida, sin dinero, sin techo, apenas sin ropa… Todo lo tendrán que mendigar de la caridad de los hombres. Sin embargo, a la hora de predicar el evangelio, deberán hacerlo con la cabeza tan alta que cualquiera podría pensar en un ataque de soberbia: “Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa”.
Sin embargo, a la hora de predicar la Buena Noticia, se cambiarán las tornas y serán los demás los mendigos. El Señor se quedaba fuera de las ciudades, y quienes quisieran escuchar la Palabra debían salir a recibirla de sus labios. Jamás pidió permiso para hablar, jamás obligó a nadie a permanecer sentado durante el sermón, jamás mendigó una cátedra para hacerse oír.
El evangelio se anuncia con veneración y cariño, como quien muestra el más valioso de sus tesoros; y debe ser recibido con la misma veneración y el mismo cariño con que se pronuncia. Desprestigia el evangelio quien lo proclama como si estuviera pidiendo perdón por decir cosas molestas; quien lo anuncia con miedo, situando por delante el “yo opino…” o “a mí me parece…”; quien se avergüenza y lo calla; quien lo destila para que no moleste” … Somos, sí, muy pobres. Somos barro. Pero llevamos encima un diamante, y ese diamante tiene que brillar porque es de Dios.
La Virgen María estuvo orgullosa de su Hijo, y por eso le pedimos ese santo orgullo de quien va por el mundo regalando Vida Eterna.
Gracias , por hacernos sentir ese cariño al oírle leer los Evangelios. Reflejan la Vida de Cristo y sólo Su Nombre nos emociona
El Evangelio puede ser bálsamo de paz o revulsivo para la conciencia adormecida. La Palabra de Dios puede ser canción de cuna o pesadilla. Nuestra disposición para escuchar a Dios puede ser ninguna, poca, mucha… El Espíritu Santo sopla para todos y tenemos que sentirnos apóstoles, y emocionarnos con la proclamación del Evangelio a todas las gentes, conscientes del tesoro que poseemos para entregar…
El mandato es “anunciar”, es decir: Dar noticia o aviso de algo; publicar, proclamar, hacer saber. Hay un deber de proclamar que el Reino de Dios está presente con Jesucristo. Y todo nuestro hacer, todas nuestras fuerzas han de estar enfocadas hacia la sanación de cuantos viven enfermos por la discriminación, por el egoísmo, por el sufrimiento y el dolor que generan nuestras relaciones con nuestros hermanos. Expulsar los males de la sociedad fuera del mundo de la fraternidad.
Por sus mensajes, tengo la impresión,,Padre que se ha ido a proclamar el Evangelio por el mundo. Es un alma inquieta y siente necesidades de volar. Pero aquí también le neceesitamos . Vuelva pronto
“… proclamar el Reino de Dios… “
“… venga nosotros tú Reino…”
“…buscó sinceramente al Señor.”
“..Dichoso el hombre que se acoge a él…”
“Acompáñame en la vida.
Tu presencia necesito.
Sin Ti desfallezco y caigo.
¡Quédate, Señor, conmigo!”
“ Quédate Señor conmigo.
Siempre sin jamas partirte
Y cuando decidas irte
Llévame Señor contigo “
“…gustad y ved qué bueno es el Señor…”
“…danos la gracia de imitar su vida, y al fin..”
“..compartiendo los sufrimientos de Cristo, lleguemos felizmente a la gloria de la resurrección.”
Consoladora de los afligidos, intercede por nosotros
EL SR. FUE MUY CLARO LOS MANDO EN MEDIO DE LOBOSS, EL Q TENGA OÍDOS Q OIGA
El amor no es timorato, es audaz. No repara en los esfuerzos, por eso es el arma más poderosa, quién ama no teme.
Me alegré de verle de vuelta, Padre, supongo que estará satisfecho de haber impartido por esos mundos el Evangelio, que conlleva el Amor a Jescristo.
Queria haberle saludado, pero está siempre rodeado, que me da miedooo moléstar.
Estamos ya con el temor al nuevo confinamiento. Con resección económica. Se volverán a cerrar las Iglesias? .habra que prescindir de coche y hacer ejercicio andando, que no viene mal. Señor estamos en Tus Manos, En Ti Confiamos
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