El otro día tuve la primera reunión con unos novios que se van a casar. Él es un tipo generoso, un entusiasta, hay una nítida honestidad en su mirada, y es evidente que está muy enamorado de la chica con la que hace cinco años decidió iniciar la aventura de conocerse. Le encanta escucharla, cuando ella habla es como si se apagaran todas las luces del restaurante y un foco de escenario se dirigiera a su rostro. La novia es creyente en un Dios personal, el novio dice que sólo cree en las energías. Cuando me lo suelta así, con su voz de barítono heroico, le miro fijamente y le propongo un pequeño juego. “Mira a tu novia, y dime todo lo que se te ocurra, improvisa”.
Él, sin saber qué pretendo, acepta el reto. La mira fijamente y empieza hablar, “sus ojos siempre me distraen, nadie tiene esos ojos, y esa manera de reír es única, es muy fuerte, sabe lo que quiere, me gusta su nariz pequeña, cuando se enfada me intimida un poco, no sé, es tan transparente… me entusiasma su manera de hablar”. En un momento dado tengo que pararle, no tiene freno, y le digo, “¿de quien te has enamorado?”, “pues, de ella”, “¿y dónde quedan ahora las energías?”. Se echa a reír, se da cuenta de que el objeto de su amor es una persona concreta, con su cuerpo, sus cualidades, en ella hay un color de pelo específico y un tono de voz. Lo suyo es un encuentro entre ella y él. Se van a pasar la vida viviendo de los pronombres, tú, yo, nosotros. Qué importante es caer en la cuenta de que establecemos relaciones personales, no realizamos un intercambio de energías. Un cristiano sabe que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, de tres personas en relación.
Las madres saben más que nadie que el ser humano vive de relaciones personales. Cuando su niño grita en plena noche, porque ha soñado algo espantoso, ella en seguida se acerca a su cama y le dice, “ya estoy aquí, no ocurre nada, soy yo, ya pasó todo”, todas esas cosas que calman tanto a los niños.
Hoy el Señor se acerca a los discípulos y les dice lo mismo, “soy yo, no temáis”. Hay otras versiones del relato, en las que los discípulos le toman por un fantasma. Al ser humano siempre le han gustado las casas abandonadas, los fantasmas, las energías, los ambientes góticos, el mundo del más allá interpretado por un escritor de novelas muy malas de terror. Al Señor no le gusta que nos distraigamos con nuestras fantasías, sino que aceptemos el reto de encontrarnos con Él, cara a cara, como los novios en la víspera de su matrimonio, dispuestos a jugarse la propia persona.
Esa es la oración, soy yo, eres tú…
Gracias esta semana me han llegado sus comentarios tan a fondo y llenos como siempre del amor de Dios ✨
Somos elegidos al igual que los apóstoles para continuar su obra, para seguir construyendo el Reino de Dios, para llevar el
Evangelio por todo el mundo.
“… Soy yo, no temáis…”
“… compadecido del género humano…”
“… puerta de la misericordia…”
“… oblación perenne…”
“… somos del Señor…”
“… hijos tuyos…”
Madre de todos los hombres , intercede por nosotros
Comentario: al Santo Evangelio de hoy sábado, (17.04.2021).
De cualquier manera, de múltiples formas, hay tormentas, y tú no encuentras al Señor en esas tormentas. Y crees que este que viene es un fantasma, y sin embargo Él viene en la tormenta y tú no le reconoces.
El está acercándose a Ti en el dolor y en el sufrimiento, y tú no le reconoces. Y sin embargo Él te dice: “Soy yo, no tengas miedo. Confía, confía, por favor, fíate de Mí, no te he abandonado, fíate de mí, soy Yo quien lleva el futuro de tu vida, de los tuyos, de tu patria.
No sabes, no sabes, no entiendes, pero fíate de Mí”. Y si eres capaz de hacerlo, de abrazar al fantasma, es decir, a ese que te parece un fantasma, si eres capaz de hacerlo, primero, recuperas la paz, que es lo que pasó con la barca.
De repente, y estaban muy lejos todavía de Cafarnaúm, de repente llegaron a la orilla, se acabó la tormenta, recuperas la paz. Estando con Jesús, teniendo esa paz, eres más fuerte, más lúcido, más capaz de afrontar los problemas.
Tienes la sabiduría de Dios para ver, y la fuerza de Dios para actuar. En cambio, si dejas de confiar en Dios, si te abandonas al miedo en lugar de abandonarte a Cristo, entonces te pones nervioso, palmoteas en el agua como alguien que se está ahogando, y es cuando te ahogas, es cuando la barca se hunde en medio de la tormenta.
El Señor nos dice, en cada problema: “Puedes encontrarte conmigo. Podemos llevar juntos esta crisis, o puedes estar solo y hundirte”. La tormenta está ahí, de salud, de familia, colectiva, eclesial. La tormenta está ahí. La tormenta ha venido. Quizá la has provocado tú, o quizá no.
En todo caso la tormenta está ahí, aprovecha para encontrarte con Cristo en la tormenta. Viene a ti. No pienses que es un fantasma, es el Señor. Aunque venga revestido de ese manto de problemas, de esa capa de sufrimientos. La tormenta está ahí y Cristo quiere ayudarte.
Es Cristo el único que puede ayudarte en esas tormentas de la vida. En todo momento, pero especialmente en las tormentas de la vida, es cuando podemos decir: “Señor, yo confío en Ti. Te abrazo, te abrazo. No te entiendo, pero me da igual. Te abrazo. Yo, Señor, te quiero y me fío de Ti.
Recemos hoy con la Virgen María el Santo Rosario del día.
Pidamos Por las mujeres que están tentadas al aborto, y sus familias. Por la Paz en el Mundo.
Vuestro hermano en la fe: José Manuel.
josemanuelgarciapolo@gmail.com
Mi Comentario: al Santo Evangelio de hoy sábado, (17.04.2021).
Una de las cosas más hermosas, incluso estéticamente, que se pueden hacer cuando se va a Israel, a Tierra Santa es el recorrido en barco por el Lago de Genesaret, lo que llamaban el Mar de Galilea, porque aquellas colinas son las mismas que vio Jesús con sus divinos y humanos ojos.
Y aquella agua, que no es la misma porque ha pasado mucho tiempo estaba allí, y la altura del lago seguramente era muy parecida. Y en ese sitio tuvo lugar… tuvieron lugar varios milagros del Señor.
Este, concretamente, tiene un profundísimo significado. Jesús avanza en medio de la noche andando sobre el agua. Es la primera etapa de la vida de Jesús. No es todavía después de la Resurrección, todavía el Señor está vivo, no ha muerto y no ha resucitado, por lo tanto.
Jesús avanza en medio de la noche, estaba poniéndose el clima feo, las olas se encrespaban, dice el evangelista que posiblemente era testigo porque estaba con Pedro en la barca, san Juan era pescador como san Pedro, Andrés, Santiago.
En medio de la noche ven venir a alguien andando sobre el agua. Es para asustarse. Y descubren, cuando está más cerca, que es Jesús. Noche cerrada, tormenta, un personaje que se les acerca, es para tener miedo. No es normal que la gente ande sobre el agua, no es que venía nadando. Andando sobre el agua en medio de la tormenta.
Jesús les dice: “Soy yo, no tengáis miedo. Ahí está el significado, ahí está el símbolo, ahí está la enseñanza. En medio de la tormenta de tu vida, la que sea, la provocada por el virus o por otras enfermedades; las tormentas económicas, sociales; pienso en los venezolanos, por ejemplo, los cubanos, los del centro de África; ahora sabemos las matanzas que los musulmanes radicales están haciendo en Mozambique.
Tantas situaciones espantosas e inhumanas son tormentas en la vida, angustiosas tormentas. O, a veces, tormentas no de ese calibre colectivo o gigantesco, sino tormentas más próximas: una familia que se rompe, unos hijos que no obedecen y que van por malos caminos.
Recemos hoy con la Virgen María el Santo Rosario del día. Pidamos Por las mujeres que están tentadas al aborto, y sus familias. Por la Paz en el Mundo.
Vuestro hermano en la fe: José Manuel.
josemanuelgarciapolo@gmail.com
Muchas veces nos creamos problemas’ que nos parecen impantes y nos hacen sufrir’ siempre tenemos en el pensamiento » Dios Mio»sabiendo que nos hablara icon nfinito Amot’ » Estoy Aquí