Mañana, con la fiesta del Bautismo del Señor, finaliza el tiempo de Navidad. El fragmento que encontramos en la primera lectura de hoy, correspondiente a la primera Carta de san Juan, recapitula todo el misterio de la Encarnación: “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que envió al mundo su Unigénito para que vivamos por medio de él”.
La finalización de los festejos propios de estos días, aunque condicionados por la pandemia, no deben hacernos olvidar este hecho fundamental. Dios hecho hombre, Jesús que nace en Belén, nos muestra el amor que Dios nos tiene, pero no sólo con su presencia asombrosa en medio de los hombres, sino porque, como también leemos en la misma carta, Dios “nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados”.
La razón profunda de la alegría que después se manifestó en tantas realizaciones sociales y culturales: los encuentros y cenas familiares, los villancicos, las diferentes representaciones artísticas, los adornos y las luces, la gastronomía tan elaborada de estos días y los dulces de temporada, las cabalgatas de reyes, el intercambio de regalos,… son como la floración externa de ese misterio de amor que ha conmovido a tantas generaciones de cristianos antes que a nosotros y que también hoy sigue reclamando la atención de nuestro corazón. Se ha manifestado el amor que Dios nos tiene.
San Juan, en este texto tan precioso, dice muchas cosas importantes que no debemos dejar de meditar. Así, por ejemplo, nos recuerda que el amor de Dios es anterior al nuestro: él nos amó primero. No sólo porque nos antecede en la existencia ya que es eterno, sino que hemos de decir que hoy, en cada instante, Él nos sigue amando primero. Su amor es el que nos sostiene, por su amor somos perdonados, su amor os hace capaces de amar.
Y también san Juan señala un criterio para que podamos juzgar, cada uno de nosotros, si hemos conocido ese amor; si hemos comprendido algo del misterio de la Encarnación, de esa cercanía de Dios. Porque dice, “quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”.
Un poco antes explica como esa capacidad para amar, según la medida de Cristo, nos es concedida como un don suyo, puesto que quien ama ha nacido de Dios. Dios ha venido al mundo para desatar nuestro corazón y hacerlo capaz de amar de una manera nueva, con su amor. Por eso, cuando el tiempo navideño ya toca a su fin, hemos de mirar si nuestro corazón ha acogido ese don que Dios nos ha ofrecido y eso nos mueve a querer mejor a los que tenemos a nuestro alrededor. Como siempre es bueno no quedarse en generalidades sino verlo en las cosas que realizamos a diario y en las personas que frecuentamos.
Gracias Señor por tu amor y tu cercanía. Gracias por habernos abierto nuevos horizontes y por venir a sanar nuestros corazones, necesitados de tu misericordia y deseosos de poder amar mejor a los demás.
Querido hermano:
Es nuestro momento; es el tiempo en el que tenemos que ofrecer la vida que recibimos de Dios; repartir el pan de la esperanza, de la alegría; repartir el pan del consuelo, del cuidado a los más pequeños, de salir a los caminos para recoger a quienes están caídos en las cunetas de la vida.
Aquellos que han caído en las batallas de la vida, aquellos que no se sienten acogidos en el banquete del amor. De nuestra parte está el entregar nuestros cinco panes y dos peces; no es mucho, pero en las manos de Dios es comida abundante, de restauración, de sanación.
Este año necesitamos ser generosos y entregar nuestros cinco panes y dos peces, para que en las manos de Cristo se multipliquen y den vida a muchos. ¿Estás dispuesto a poner lo tuyo a disposición de los demás? Si compartes tu vida y la ofreces al Evangelio, se hará realidad nuevamente esta página de la Palabra.
Por eso te invito a que des lo mejor de ti, para que la Iglesia, hoy, aquí y ahora, pueda desempeñar su misión y no abandonar a tantos hambrientos y a tantas ovejas que parecen que no tienen dirección.
Lo mejor que puedes hacer es ofrecerte a tu parroquia o compartir tus bienes para que otros puedan repartir el pan. Sobre todo, no guardes codiciosamente tus bienes, pues terminarán por corromperse.
Sé generoso y forma parte de esta historia de salvación. Reza cada día el Santo Rosario con la Virgen Maria, Madre nuestra. Pido por los enfermos del COVID-19, y por su curación. Por las Paz en el Mundo entero. Tu hermano en la fe José Manuel.
José,Manuel- le sigo siempre como a todos los que con frecuencia tomamos parte en esta web. Su despido suele ser,unas de las oraciones por los enfermos del COVID. Las suyas , las de mi familia y mi Confianza y Amor a Cristo, acabo de salir de ello. Gracias, sigamos con ese ruego a Dios Nuestro Señor,para que finalice, esta pandemia
Quiero decirte Señor que deseo más ardiente y sueño cn ello. Es llenar un carro precioso lleno de flores,pájaros maravillosos, y entre ellos toda mi familia , hasta los qu vienen en camino, todos rebosando de amor por TI. Acogenos Señor. Te doy todo lo que tengo
Con lágrimas de emoción he recogido hoy mi querido Portal de Belen. Con mi Amada Sagrada Familia. El NIÑO ta está creciendo en edad, Sabiduria y Talento. Tido llega y todo pasa, pero Tu Señor Eres Eterno No te SEPARES de nuestro lado Señor. Sin Ti no somos nada