Precioso misterio el de la Presentación de Jesús en el Templo.
Todo varón primogénito era presentado en el Templo al Señor. Era como una deuda que el Pueblo de Dios tenía con Yahweh, que en Egipto había salvado a los primogénitos de Israel mientras que los de Egipto eran exterminados.
“Israel es mi hijo, mi primogénito” (Ex 4, 22) había dicho el Señor a Moisés. El primogénito pertenece al Señor, por eso ha de ser presentado en el Templo, donde vive la presencia de Dios y donde se ofrecen los sacrificios. Dios toma lo suyo del sacrificio, el primogénito es presentado para ser sacrificado, por eso es rescatado al ser sustituido por una ofrenda como los primogénitos de Israel fueron rescatados por la sangre del cordero inmolado en la Pascua. Las ofrendas, por muchas que fueran no bastaban, por que solo eran sustitutas del primogénito… hasta que llegara el Primogénito.
Cuando Jesús es presentado en el Templo también es rescatado, como todos los varones primogénitos, pero… se profetiza sobre El: “Mis ojos han visto tu Salvación”, “mira, este ha sido puesto…”, “…y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.”
Salvación, puesto, Redención… algún día no serán una tórtola o dos pichones los que se ofrecerán a Dios en el Templo para la redención de Israel. Algún día será el Hijo Primogénito el que se entregará y se ofrecerá en la Cruz, a cambio del primogénito, a cambio de todos los hombres que así llegarán a ser “mi hijo, mi primogénito”
Querido hermano:
Cuando Dios se fijó en ti; te miró con cariño, te llamó por el nombre, te eligió y te envío a manifestar su amor. Como a Simeón, Dios te ha hecho promesas, ¿sabes identificarlas? Vivir desde la promesa de Dios es confiar en su fidelidad.
Puede ser que hayan pasado años desde aquel momento, como Simeón, sigue confiando en el tiempo de Dios, que no es ni antes ni después.
Es seguro que en tu pequeñez, en tus límites, en tus caídas incluso, Dios amanecerá en tu vida. Ahora bien, la cuestión no es: ora y crúzate de brazos esperando que el Espíritu Santo actúe. Dios no obra así. La cuestión es: ora y muévete.
Simeón acudió al templo, esperó, se dispuso. Su avanzada edad no le impidió seguir creyendo y esperando en Dios. La luz la tenemos que desear con el corazón y manifestarlo con la vida y el compromiso.
Si queremos que Dios actúe, debemos saber que somos parte de la solución y que nunca hará su obra en ti sin ti. Pídele hoy a Dios, renovar tu vida, tu fe y tu amor.
Renueva tu consagración y pídele a Dios: el ser luz en medio de un mundo, muchas veces, en tinieblas.Reza cada dia el Santo Rosario. Pide por la Paz en el Mundo.
Nuestra verdadera riqueza es livertad para caminar. Lo he leído hoy y creo que es así. Nuestro Amor a Dios es innegable, pero todos somos diferrententes, y lo que no podemos saber como se lo demostramos . Cada cual y sus circunstancias. Hay personas rodeadas de personas constantemente y sien la necesidades de ir a la ziglesia en soledad para sentirse íntimamente en compañía de Cristo y hablar con Él. . Nos conoce y nos Ama como somos, hasta con nuestras rarezas