Cualquier católico afirmaría sin pestañear que la Biblia es la Palabra de Dios y es verdad, pero no toda la verdad. Un libro no es la Palabra de Dios, una Persona es la Palabra de Dios. El Catecismo de la Iglesai Católica nos dice: «La Tradición y la Sagrada Escritura ….una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de Cristo que ha prometido estar con los suyos «para siempre hasta el fin del mundo» La Iglesia «no solo de la Escritura saca la certeza de todo lo revelado», debe también atender a la Tradición… que «transmite lo que [los apóstoes] recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús (la Palabra, añadido) y lo que aprendieron por el Espíritu Santo.
Por eso hoy San Pablo habla a los de Corinto de «lo que os transmití». Cada uno tiene su fe, yo tengo mi fe, tú tienes tu fe, esto es lo que tú crees, esto lo que creo yo. Ni tu fe ni mi fe son relevantes. La Fe de la Iglesia transmitida desde los apóstoles es la que importa. La fe que te va a salvar es la fe de la Iglesia. La fe es algo recibido, no algo construído o fabricado por mí, ni hecho a mi medida.
Hoy nos ayuda la imagen de Pedro sacando una red impresionante de peces del agua. La pesca solo ha sido posible cuando se ha hecho siguiendo la orden del Señor, su propia pesca había sido infructuosa. Así ocurre también en la Iglesia, nos podemos pasar horas y dias y meses y años tratando de pescar en las aguas del mundo y no sacaremos nada, solo si echamos las redes en las aguas que el Señor nos indique nuestra pesca «de hombres» es abundante.
Querido hermano
Seguro que alguna prueba por la que estás pasando, o has pasado, no es poca cosa; la enfermedad; despedirte de un ser querido, algunas veces, precipitadamente; una crisis económica; la ruptura de una relación; no saber qué hacer con tus hijos; una crisis de fe.
La cuestión es que Jesús se suba a tu barca y que Él te indique qué hacer, pues su voluntad, aun cuando en apariencia no siempre sea lo más atractivo, es seguro que será lo que más felicidad te reporte. Atrévete.
En cuanto Simón ve el resultado de fiarse de Jesús, cae a sus pies y le dice: «¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!». Es maravilloso, porque Jesús no busca a los fariseos perfectos, sino a los pecadores humildes y confiados en un Dios misericordioso.
No quiere que simulemos o finjamos ser buenos, no nos quiere religiosamente perfectos, sino humanamente sencillos, humildes y confiados: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Dios confía en ti. Por eso, déjalo todo: tus miedos, seguridades, conceptos, y síguele. Pide siempre por la Paz en el Mundo. Y reza el Santo Rosario cada dia.