Yo creo que conoces a mucha gente de paz, piensa en tu abuelo, que te enseñó el padrenuestro y te dijo que no corrieras, que la vida se puede perder en un minuto. Piensa en la gente de la que aprendiste a ser corregido mansamente. Piensa en las mil oportunidades que el Señor dio a Judas para que se escapara de la nube negra que se cernía sobre él, con qué delicadeza le decía que no le besara para entregarle, que los desamores duelen. De estas cosas habla hoy el Señor en el Evangelio: allí donde hay gente de paz, la paz arraiga. Y cuanta más paz, tanto más y mejor es el arraigo. He de decirte que me conmovió aquella película de los trapenses de Tibhirine (Argelia), que en 1996 fueron asesinados por un grupo fundamentalista. Hacían allí su vida de oración y trabajo, rodeados de musulmanes, a quienes atendían y cuidaban como a hijos. Durante los ataques islamistas bien podrían haberse marchado, pero las gentes del pueblo sufrían y los necesitaban. Decidieron quedarse y sus cabezas rodaron, literalmente. Como dijo el Papa Francisco durante la ceremonia de la beatificación: su secuestro, que pretendía crear una brecha entre cristianos y musulmanes, y llegar a oponer el Islam a Occidente, se transformó en una gracia de fraternidad. Ya digo, gente de paz.
Cuando los padres examinan a sus hijos para saber con qué panda de amigos se ven las caras, deberían poner especial atención en si los enjuiciados son chavales que ponen serenidad en aquello que hacen. Me gustó la breve historia que cuenta el jesuita Marko Rupnik de la relación que tuvo con su padre durante su infancia. Vivían en una zona fría, agreste, en el corazón de unas montañas que mantenían nieves durante medio año, y durante el otro medio los fríos seguían siendo intensos. En el terreno agreste y pedregoso había que plantar patatas para ganarse la vida. Antes de arar la tierra, el padre la bendecía, extendía su mano y daba gracias a Dios por el hecho de estar con vida. Luego llegaban los hermanos con jamón, pan y un poco de vino. Antes de comer, el padre volvía a extender su mano y bendecir las viandas. Una vez en el colegio, antes de recibir la primera comunión, el catequista de los chiquillos dijo que les iba a explicar qué era aquello de que el Espíritu Santo habitaba en la tierra. Entonces, el joven Rupnik levantó la mano y dijo que ya lo sabía, que había visto a su padre invocar a Dios en medio de los trabajos. Gente de paz.
Gente de paz es gente que sabe disfrutar la comida en familia, que se escuchan unos a otros, porque lo que se tienen que decir es valioso. Para quienes se quieren, todo resulta del valor del diamante. La paz viene por preparar bien la comida, con el triunfo encendido de la atención y la lentitud, que pone las cantidades justas para que el disfrute sea perfecto.
Si no tienes paz, la gente de paz huirá de ti, no te entenderán, creerán que vienes de otro planeta o que no te han enseñado a apreciar la belleza de la vida. Todo aquel que te hable con paz es siempre un mensajero de lo alto…
Me dormiré meditando sus palabras muchas gracias
Querido hermano:
Recuerda que seguimos al Crucificado, y que: «El discípulo no es más que su maestro», por eso, seguir a Cristo y transmitir su Evangelio no te asegurará comodidades y ventajas humanas, pero sí te avisa de que habrá situaciones en las que puedas sentir el rechazo y la dificultad.
Otra indicación que nos hace es la pobreza, la sencillez: «No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias». La pobreza vivida da libertad y es la mejor enseñanza para los demás. Pues, la codicia, el acumular y el confiar en nuestras seguridades, no nos habla del Dios de Jesucristo, que nos ama con amor providente a todos, y que siendo rico se hizo pobre.
También nos dice que nuestro saludo sea: «Paz a esta casa». Nos habla de visitar, de salir a encontrarnos; no de encerrarnos en estructuras aisladas, que no conocen ni comparten vida. No olvidemos que la fe cristiana no es ritual, sino relación con Dios y entre nosotros.
También nos indica que cuando rechacen el Evangelio, les avisemos de que el Reino de Dios está cerca: «No sea que por despistados y necios se pierdan lo mejor», con mayúscula.
Debemos pensar de qué forma podemos llegar al corazón de las personas que se relacionan con nosotros y hacerles llegar la Buena Noticia de Jesús. ¡Qué pena sería que se pierdan, ya en esta vida, la belleza y la alegría de la fe!
Reza Cada día el Santo Rosario con la Virgen Maria. Y Con tu hermano José Manuel. Pidamos por la Paz en el Mundo, ahora en estos momentos tan difíciles en los que Rusia, quiere arremeter contra Ucrania.
OJO!!! con eso de»PAZ Y MISERICORDITIS»pero NO HAY:VERDAD, DERECHO, JUSTICIA Y EQUIDAD!! AYAYAYYY
Dame Señor humildad. Que acepte las críticas, somos humanos e imperfectos. Solo deseo ir aferrado a Tu Mano y seguir tu Camino. Tira de mi cuando cuando tropiezo. Perdoname