- Oportunamente nos llega la parábola conocida como del “hijo pródigo”. Un padre y dos hijos. Lo primero que me sugiere es la dificultad que tenemos para vivir cristianamente, esto es como “hijos de Dios en Cristo”.
- El pequeño elige “la libertad”, lejos de la mirada paterna, aunque pronto se da cuenta de que no es verdaderamente feliz. Se han disipado los bienes (¿qué representan la herencia malgastada?) y entonces piensa en su padre. Ya no se cree merecedor de la condición de hijo pero desea volver a su vera, porque al menos allí tiene qué comer.
- El mayor lamenta, al final de la parábola, que su padre no le haya mirado mejor. Interpreta que no se ha dado cuenta de todo su esfuerzo y dedicación. Interpretamos que antes se sentía vigilado y ahora descubre que no es así. Quizás la “supuesta mirada indiscreta” de su padre lo mantenía laborioso.
- El padre ofrece su corazón. El padre espera. El padre se lanza y besa al hijo que vuelve, que ya daba por muerto. El padre sale a intentar convencer a su hijo mayor para que se una a la fiesta.
- Por el inicio del capítulo 15 de san Lucas, que también leemos hoy, podemos identificar al hermano pequeño con los publicanos y pecadores, que finalmente acogen la misericordia, y al mayor con el fariseo que critica la bondad de Jesús. Con todo, la parábola queda abierta, y no sabemos qué decisión última tomo aquel hijo…
- Lo que sí se nos muestra es la hondura del corazón paterno. Entrevemos su misericordia infinita y su preocupación singular por cada uno de nosotros. También sabemos que la realidad supera con creces el relato de la parábola pues el Hijo eterno se hizo hombre y vino en nuestra búsqueda…
- Meditando sobre el acto de consagración al Corazón Inmaculado de María que realizó el Papa Francisco y al que se unieron fieles de todo el mundo, pienso que, además de identificarnos bien con uno u otro o con ambos hermanos, hemos de unirnos también al deseo de Dios de que todos los hombres puedan percibir su perdón y su amor. En la segunda lectura san Pablo nos anima a ello: “En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios”.
Querido hermano
El amor del padre le lleva también a buscar al hijo mayor y salir fuera para convencerle de que entre a la fiesta. El padre no ahorra esfuerzos por conquistar a ambos con su amor, ¿con qué hermano te identificas?
Es posible que tengas de los dos, pero la clave es que si eres menor, vuelvas a poner la mirada en el padre, que siempre tiene los brazos abiertos. No olvides que a Dios no le importan tus pecados, a Dios le importas tú.
El Buen Pastor cuando se le pierde una oveja no sufre porque haya incumplido una norma, sino porque, por despistada o rebelde, se haya perdido y se haya podido hacer daño.
Alegra esa cara y gózate con el Padre, que te busca y se goza contigo. Con la Virgen Maria. También Goza rezando el Santo Rosario cada día. Pide por la Paz en el Mundo. Y por la traiciones que recibió Jesucristo, que al final fue criticado y asesinado. Tu hermano en la fe: José Manuel.