1. Oportunamente nos llega la parábola conocida como del “hijo pródigo”. Un padre y dos hijos. Lo primero que me sugiere es la dificultad que tenemos para vivir cristianamente, esto es como “hijos de Dios en Cristo”.
  2. El pequeño elige “la libertad”, lejos de la mirada paterna, aunque pronto se da cuenta de que no es verdaderamente feliz. Se han disipado los bienes (¿qué representan la herencia malgastada?) y entonces piensa en su padre. Ya no se cree merecedor de la condición de hijo pero desea volver a su vera, porque al menos allí tiene qué comer.
  3. El mayor lamenta, al final de la parábola, que su padre no le haya mirado mejor. Interpreta que no se ha dado cuenta de todo su esfuerzo y dedicación. Interpretamos que antes se sentía vigilado y ahora descubre que no es así. Quizás la “supuesta mirada indiscreta” de su padre lo mantenía laborioso.
  4. El padre ofrece su corazón. El padre espera. El padre se lanza y besa al hijo que vuelve, que ya daba por muerto. El padre sale a intentar convencer a su hijo mayor para que se una a la fiesta.
  5. Por el inicio del capítulo 15 de san Lucas, que también leemos hoy, podemos identificar al hermano pequeño con los publicanos y pecadores, que finalmente acogen la misericordia, y al mayor con el fariseo que critica la bondad de Jesús. Con todo, la parábola queda abierta, y no sabemos qué decisión última tomo aquel hijo…
  6. Lo que sí se nos muestra es la hondura del corazón paterno. Entrevemos su misericordia infinita y su preocupación singular por cada uno de nosotros. También sabemos que la realidad supera con creces el relato de la parábola pues el Hijo eterno se hizo hombre y vino en nuestra búsqueda…
  7. Meditando sobre el acto de consagración al Corazón Inmaculado de María que realizó el Papa Francisco y al que se unieron fieles de todo el mundo, pienso que, además de identificarnos bien con uno u otro o con ambos hermanos, hemos de unirnos también al deseo de Dios de que todos los hombres puedan percibir su perdón y su amor. En la segunda lectura san Pablo nos anima a ello: “En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios”.