Entre las lecturas que más me apasionan del Antiguo Testamento, está sin duda la historia que nos propone hoy la liturgia, aquel relato en el cual el profeta Daniel nos presenta la historia de la joven Susana, a la que deberían adornar gran cantidad de virtudes, entre ellas la belleza, que fue sorprendida por dos ancianos de turbias intenciones.
El primer detalle que me llama poderosamente la atención es que los ancianos no tienen nombre, y es que el que está dominado por el pecado pierde su propia identidad, en el relato del Hijo pródigo este hecho se expresaba poniéndole al nivel de los animales, pues quería comer de lo que comían los cerdos. Hoy se expresa en la ausencia de nombre. Sin embargo la virtud sí tiene nombre, la honradez, la honestidad, la valentía tiene un nombre: Susana. Cuando nosotros pecamos perdemos igualmente nuestra identidad, nos convertimos en esclavos, perdemos nuestra libertad.
Susana en una situación desesperada en la que se encuentra, al ser asaltada por aquellos dos malvados, no pierde la compostura ni la dignidad, permanece firme en sus principios y son ellos, los ancianos, los que urden un plan terrible, el de tergiversar la verdad. La mentira que construyen es perfecta, Susana tiene todas las papeletas para perder, sin embargo son sus propias mentiras las que les delatan. Daniel en su interrogatorio desenmascara a estos dos ancianos que miserablemente han intentado aprovecharse de Susana y después tergiversar lo ocurrido en su propio beneficio al precio de la vida de Susana.
Hoy que la verdad es una palabra tan prostituida, que se abusa de ella sin el menor escrúpulo, me resulta edificante ver cómo dos maestros de la tergiversación y de la mentira caen víctimas de sus propios ardides. La verdad no es como el chicle que se da de si a nuestro antojo, la verdad es una arma muy poderosa, pero hoy, con tal de vitarla nos hemos inventado la posverdad, es decir, hemos disfrazado el pecado de la mentira con un eufemismo que nos hace sentirnos cómodos, seguramente aquellos dos ancianos también hubiesen aceptado gustosos un arreglo de este tipo, pero, el problema de la verdad es que siempre se impone, la verdad siempre vuelve, la verdad siempre es nuestra mejor aliada, incluso cuando, como a Susana, la victoria parezca en primer lugar un absoluto fracaso.
También en el Evangelio se impone la Verdad, pues el juicio de Dios, no es condena, el juicio de Dios, es siempre restitución, Dios nos levanta de nuestro pecado y nos devuelve la dignidad como hace hoy con la adultera, como hace contigo, conmigo cada vez que intrépidos abandonamos el camino de la verdad y nos dejamos en manos del rey de la mentira, cada vez que construimos nuestra posverdad para mantenernos en la comodidad sacrificando nuestra verdadera felicidad.
Querido hermano:
No te precipites. No tomes decisiones en caliente. No cortes un árbol en invierno. No tomes decisiones en los momentos sombríos. Nunca tomes decisiones importantes cuando estés de mal humor. Si no ves claro; espera, medita, acude a Jesús y pídele luz. Él es la luz del mundo.
En el Evangelio de hoy, vemos que a Jesús le quieren quitar la autoridad: «Estás dando testimonio de ti mismo […], por tanto, tu testimonio carece de valor». Sin embargo, Jesús recurre a su propio testimonio y al del Padre.
Jesús no es un simple galileo, un profeta como otros; Jesús, puesto que es la luz del mundo, sabe de dónde viene y a dónde va.
Además, nos dice que no juzga con criterios humanos, desde las apariencias, y que cuando tiene que juzgar no lo hace solo: «Yo no quiero juzgar a nadie y cuando lo hago mi juicio es válido, porque no soy yo solo el juez, sino que también está conmigo el Padre que me envió».
¿Eres consciente que tu vida, tus gestos, tus palabras y obras serán juzgadas por Jesús? Pídele cada día luz, sabiduría, fortaleza.
En mi vida, recuerdo momentos en los que he caminado sin la luz de Cristo. Las consecuencias, ya las puedes imaginar: confusión, pecado, desorden, división: «Señor, no permitas que tome decisiones sin ti».
Reza cada dia, el Santo Rosario. Pide por la Paz en el Mundo.
Querido hermano:
«La coherencia de vida nos aleja de la mundanidad espiritual. Tú finges ser así, pero vives de otra forma.
Es la mundanidad que se introduce en el espíritu humano y, poco a poco, va tomando posesión de él. Es difícil identificarla desde el comienzo porque es como la polilla que lentamente destruye, carcome la tela y luego esa tela es inutilizable.
Así el hombre que se deja llevar por la mundanidad pierde la identidad cristiana, la arruina, llegando a ser incapaz de coherencia.
Esto no es coherencia de vida, esto es mundanidad. Y es, precisamente, la mundanidad la que conduce a la doble vida, la que es apariencia […] y te aleja de Dios y destruye tu identidad cristiana.
Por eso Jesús es tan fuerte cuando pide al Padre: “Padre, no te pido que los quites del mundo sino que los salves, que no tengan el espíritu mundano, es decir, ese espíritu que destruye la identidad ¡cristiana!”».
«Señor, no permitas que tome decisiones sin ti».
Reza cada dia, el Santo Rosario. Pide por la Paz en el Mundo.
Aunque aparentemente, la mentira, la maldad, el engaño, parece q triunfa,hay q ser paciente, confiar en el Señor, q hace salir el sol para buenos y malos, y esperar en oracion q la verdad, aunque a veces tarde, siempre sale triunfante, aunque el sufrimiento en la espera, tenemos q ponerle ante la cruz de Jesus crucificado. Gracias reverendo por su acertada y clara exposicion.