Si alguien hubiera querido inventarse el cristianismo jamás hubiera escrito el pasaje de los discípulos de Emaús. Los discípulos son la viva imágen de la frustración, el desaliento, la derrota y el fracaso. Fue bonito mientras duró. El héroe se les aparece, pero no se impone. Busca provocar la fe. Al principio no le reconocen, no aparece con efectos especiales o una gran demostración de poder. Sólo le conocen al partir el pan y solo entonces se dan cuenta de que les ardía el corazón cuando les hablaba por el camino. ¿Quién hubiera inventado algo así para convencernos de que el héroe crucificado se ha levantado de entre los muertos? Yo no soy muy fino pero creo que lo hubiera pintado más bien volviendo a Jerusalen para fulminar a los romanos, a los fariseos y los saduceos, al Sanedrín, al Sumo Sacerdote y toda su familia.
El Señor resucitado no va a aparecer en tu vida de forma evidente, no le vas a reconocer sin fe. Saldrá a tu encuentro en tus frustraciones, desalientos, derrotas y fracasos. Caminará a tu lado hablándote y explicándote las Escrituras, sentirás un extraño ardor en el centro de tu ser. Ójala que no le dejes pasar y le invites a quedarse junto a tí, El se sentará contigo a comer y entonces le reconocerás. Y así, sin comerlo ni beberlo, tú también te levantarás de entre los muertos y, los milagros que debería haber realizado El los realizarás tú.
¡Míranos! Esto es algo que tampoco hubiera escrito jamás alguien que quisiera inventar una historia piadosa. Por no robarle el protagonismo al héroe.
No es Jesús el que levanta al cojo. Son los discípulos los que lo hacen. «En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores que estas hará, porque yo voy al Padre» (Jn 14,12). ¿Por qué hoy no sabemos orar con esta audacia cuando estamos ante un enfermo? ¡Mírame!, plata y oro no tengo, de medicina no sé, pero lo que tengo te lo doy, en Nombre de Jesús… ¿hemos dejado de creer?
Querido hermano:
Cuando los discípulos reconocen a Jesús decían: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba Las Escrituras?». Cuando dejamos que Dios nos hable y nos explique Las Escrituras, arde nuestro corazón, descubrimos motivos para seguir caminando, para seguir luchando, para seguir esperando.
Por eso, te invito a que tomes tu Biblia cada día y reserves un momento para hablar con Dios y para escuchar lo que Él quiere revelarte. Seguro que tu corazón arderá en su amor.
Pídele también a Cristo resucitado un amor especial por la Eucaristía, pues, si te fijas, este Evangelio nos habla de la misa. Nos reunimos los que venimos caminando en la vida, hacemos presente a Cristo que camina a nuestro lado, escuchamos su Palabra, participamos de la fracción del pan y recibimos el envío misionero.
Señor, danos fe, para descubrirte en el camino de la vida, en la Palabra proclamada, en la fracción del pan, y envíanos a nuestros cercanos, para compartir con ellos el inmenso amor con el que nos amas, nos restauras y nos llenas de alegría.
Reza con alegría y entusiasmo el Santo Rosario de cada día. Alegrate porque la Virgen Maria y Jesucristo, mientras lo rezas, te acompañan en el camino. Pide por la Paz en el Mundo entero. Tu hermano en la fe: José Manuel.
En España se ha regulado por Ley Orgánica la eutanasia y el suicidio asistido en el 2021, y ya hemos conocido de la aplicación de esta ley…o deberíamos haber conocido…porque la información ni es libre ni es plural ni llega a todos.
En el Evangelio de hoy los apóstoles tienden la mano al lisiado y lo curan.No pueden darle ni oro ni plata, pero le pueden curar.
Hoy sería el Estado el que podría darle oro o plata, o una ONG, o un filántropo…o no darle nada, o menos de lo que merece…o facilitarle el suicidio asistido o la prestación sanitaria de la eutanasia.
Mi oración me lleva a cuestionarme lo que a nivel individual y como comunidad podemos hacer para curar, y para cuidar a quien no se puede curar…sin aceptar que haya un «derecho a morir» que se pueda establecer como «prestación sanitaria» y solicitar a los servicios de salud la receta o la intervención domiciliaria u hospitalaria que ponga fin a la vida.
Mi oración parte de escuchar el grito angustioso de los que no reciben ni oro ni plata ,ni la mano de nadie…
La libertad para decidir la propia muerte no es la misma para todos.La decisión de un anciano con graves padecimientos físicos , psicológicos, espirituales,enfermo, viudo, sin hijos, con dificultades de movilidad, económicas y habitacionales, sin percibir ayudas a la dependencia ni acompañamiento psicológico, social, espiritual…no es la misma libertad para decidir seguir viviendo de un anciano enfermo acompañado por su familia, con vecinos y amigos, una atención social y sanitaria adecuada, hogar confortable, ayudas para la dependencia, economía saneada y capacidad de decisión en los asuntos que le afectan o confianza en los que le apoyan…
Unos desean acabar con una vida de sufrimiento…otros prolongar la vida dichosa…algunos no tienen opciones…otros tienen libertad porque no están solos, porque la sociedad, la familia, los medios de que disponen los reconfortan y animan a vivir.
Ante una moralidad utilitarista, en una sociedad y cultura del descarte, en un mundo injusto e inhóspito para muchos…recemos por ser mano tendida para curar y cuidar, y para tratar que nadie invoque conscientemente un derecho a morir porque todos podamos morir en paz, acompañados, cuidados y aliviados en nuestro dolor, o mejor aún, sin dolor.
Mientras no legislemos y hagamos efectivas políticas de atención a la dependencia y de cuidados paliativos, que lleguen a todas las personas…no caigamos en la trampa de reivindicar el mal llamado derecho a morir dignamente, porque serenos cómplices de homicidio por acción u omisión, como poco, o por nuestra condición, profesión o capacidad de decisión o influencia…asesinos con todas las letras.
Que María ,que acompañó a Jesús a los pies de la Cruz y asumió con Él el dolor por todos nuestros pecados, nos muestre siempre al buen samaritano para iluminar nuestro camino y mover nuestras acciones.
Gracias Inmaculada por una reflexion tan sentida y tan esclarecedora sobre la eutanasia
Muchas gracias, y Diis quiera que aportes luz a los que dudan