– ¿Cuando fue la última vez que anunciaste el Kerigma?

– ¿El qué…?

– El Kerigma

– ¿Y eso qué es lo que es?

– Mira: «Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello…Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado…»

Un mensaje muy sencillo: Jesucristo que murió, ha resucitado y vive para siempre y en El tenemos el perdón de los pecados y la vida eterna. No es nada complicado, no se necesita formación académica ni una gran elocuencia para poder proclamarlo. Su eficacia no está en ninguna habilidad o cualidad que podamos tener, no necesitamos estudios ni una preparación especial para anunciarlo: cuando Pedro proclama el Kerigma, ¿a quién están escuchando?, ¿a un santo?, ¿a un doctor?, ¿a un sabio?. No, a un rudo pescador cuyas últimas hazañas, que todo el mundo recuerda, han sido negar al Señor y huir para esconderse. La fuerza del Kerigma está en el Kerigma mismo. ¿Que eso no funciona? No funciona por que nunca lo hemos proclamado. Es como si dijésemos que una tele no funciona por que nunca la hemos encendido. Y una tele que no se enciende ¿para qué sirve? Para poner fotos familiares encima, o una bailaora flamenca, o un florero o lo que sea (ya ni eso, por que son planas). Una Iglesia que no proclama el kerigma ¿para qué sirve? Para hablar de amor, solidaridad, justicia, moral, cuidado del planeta, bla, bla, pero para hablar de todas esas cosas no hace falta que Jesucristo haya muerto y resucitado. El que lo escuche puede decir: pero ¿de qué me estás hablando?, si yo soy mejor que tú, y probablemente tenga razón la mayoría de las veces. De eso también hablan las otras religiones e incluso los partidos políticos. Pero el anuncio de Jesús muerto y resucitado es algo que nadie puede rebatir. Lo pueden rechazar, se pueden reir de tí, te pueden decir que les dejes en paz, pero no será a tí a quien rechacen, no será de tí de quien se estén riendo, no será a tí a quien ignoren. Mira de quién viene el mensaje.

«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

El Kerigma es lo que el mundo necesita saber y tú, que eres testigo de todas estas cosas, eres el único que lo puede proclamar