Tenía 15 años y empecé a fumar por lo que se empieza fumar: para sentirme mayor, para ser como mis compañeros de clase… aparentemente una decisión libre. Al principio le cogía el tabaco a mi padre, después ya empecé a comprarlo. Recuerdo que al poco tiempo mi madre se enteró de que fumaba (las madres son el FBI, la CIA, el KGB y el Mossad, todo a la vez). Traté de negarlo, con mentiras (fumar a lo mejor no es pecado, pero mentir sí). Así estuve unos años hasta que pude ser un fumador oficial, reconocido y orgulloso. A estas alturas una parte de mi presupuesto ya se iba en tabaco. Me ponía nervioso y me enfadaba en los lugares en los que no se podía fumar. De momento no tenía especiales problemas de salud, pero cómo me fatigaba al subir andando un par de pisos… Un dia, para entonces ya fumaba dos cajetillas diarias y si el día se alargaba tres, me quedé sin tabaco a la una de la madrugada. Lo primero y lo último que hacía cada día era echar un cigarrillo. Bajé a buscar un sitio abierto con máquina de tabaco. Empecé a deambular por las calles buscando y al final encontré algo abierto. Se llamaba «Club whiskería Selene» o algo así… no era lo que llamaríamos un negocio honrado. Tuve que llamar a un timbre, me abrió una señorita…, qué vergüenza, como me vea alguien, pero ya no me iba a echar atrás. Pedí tabaco, pagué y me fui con una certeza: soy un esclavo. Ese día decidí que tenía que dejar de fumar. Tardé años en hacerlo. Empecé a fumar para sentirme bien, me creía muy mayor y libre, sobretodo libre, pero acabé siendo un esclavo. Quería dejar de fumar, pero no podía. El tabaco me daba cierta «vidilla», no me podía imaginar mi vida sin fumar. Creía que si no fumaba no iba a poder vivir, pero era mentira, en realidad el tabaco me estaba matando y arruinando. Cuando dejé de fumar, con lo que ahorré en un año, me compré un ordenador de los buenos y empecé a correr 10 km diarios.

«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo»

El pecado no es solo la infracción moral, el pecado es un estado, estado en el que caemos si nos apartamos de la verdad, es decir de Dios, un estado del que no podemos salir, o sea que el pecado nos esclaviza, por eso dice el Señor «si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Solo Cristo nos hace libres, por que nos libera de lo que de verdad nos esclaviza, el pecado, el estar separados de Dios. Por eso no se trata de «Ay, Dios ayúdame a librarme de esto o de lo otro…» sino de permanecer en su palabra, permanecer, ser discípulos suyos, ser… pasar de un reino a Otro. Decidir libremente. Y ttodas las decisiones tienen consecuencias.