PRIMERA LECTURA
Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres; pero para los llamados es sabiduría de Dios.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 17-25
Hermanos:
No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Pues el mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.
Pues está escrito:
«Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.
Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados – judíos o griegos -, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios.
Sal 32, 1-2. 4-5. 10-11
R. La misericordia del Señor llena la tierra.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos,
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad. R.
Aleluya Lc 21, 36abd
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre. R.
EVANGELIO
¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
«Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor.
«velad, porque no sabéis el día ni la hora»
El aceite, al que se refiere el texto evangélico, son las obras de Amor, «Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitarte,…».
Las obras de Amor, llevan siempre al Santísimo Espíritu de Dios, y nos iluminan con su Luz, si las hacemos con humildad, sin que se entere persona alguna.
Durante nuestra vida, Dios se nos entrega con Humildad absoluta, discretamente, nos da la mano y el corazón. Dios se nos da en los Sacramentos y en la oración persistente. Dios se nos da en abundancia cuando pedimos con Fé.
Llenamos la Alcudia de aceite, mientras vivimos, para que sea Dios quien nos guíe hasta la Morada Perfecta, en su Ser, en Plenitud inalterable con su Ser.
Demos de comer a los hambrientos, de beber a los sedientos, llevemos Paz a los perseguidos por la guerra, demos casa acogedora a los sin techo, demos la Buena Nueva al mundo en tinieblas.
Siempre con el Espíritu Santo, siempre en oración con Jesús, María y José, siempre como Iglesia.
«Conserva la prudencia y la reflexión»
«No te conformes con ver cómo suceden las cosas»
El libro de Proverbios nos dice que más vale ser paciente y prudente que valiente.
«Más vale dominarse que conquistar ciudades. […] Por eso, hijo mío, conserva la prudencia y la reflexión, que no se aparten de tu vista: serán vida para tu alma y adorno para tu cuello. Caminarás confiado y tu pie no tropezará. Cuando descanses, nada temerás, con dulce sueño te acostarás».
El Evangelio de hoy nos llama a la prudencia, a estar atentos, a despertar de la modorra de lo sensitivo, a recuperar la ilusión por llegar a la meta. El Evangelio nos narra la Parábola de las diez doncellas.
«Cinco eran necias y cinco eran sensatas. Las necias no estaban preparadas con aceite […] y empiezan a mendigar. Pero la prudencia les dice, por si acaso, “no hay bastante para vosotras y nosotras; mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”».
La enseñanza que nos da el Evangelio nos puede irritar, por vagos y poco previsores.
La idea está en desarrollar nuestros talentos, tener nuestro propio aceite, no estar mendigando las migajas que caen de la mesa de nadie; pero para ello tienes que ser generoso y dar lo mejor de ti.
Vive con la ilusión de ser excelente, pues eres hijo de Dios. Reza cada día el Santo Rosario. Recuerda que a Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Esta parábola Señor mío q me trae tantos recuerdos para mi bonitos la última eucaristía que fue mi madre la última palabra q oyó antes de fallecer y ir contigo so cielo hace ya casi 18 años ojalá y estoy segura tuviese su lámpara suficientemente encendida pues siempre lo hizo con amor a sus hijos hasta el final
Del primer comentario, me hizo recordar un programa que vi en la TV hace muchos años. Como siempre, el Señor nos envia su mensaje de formas variadas y el mensaje de aquella noche fue practicar las 3P en la vida cotidiana: Paciencia, Prudencia y Perseverancia. Desde entonces lo hago pidiendo al Señor esas tres virtudes y se los enseño a mis hijos
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Días tristes. Ayer por la muerte de mi primo Miguel. Hoy una amiga de mi infancia.los dos en mi tierra. Dios los tenga en su Gloria