Si Dios quiere hoy estaré haciendo la oración de la mañana a los pies de la Virgen de El Pilar en Zaragoza. El lugar donde, nos dice la tradición milenaria, la Virgen en carne mortal animó al Apóstol Santiago a seguir anunciando a Cristo por estas regiones de España. Los consuelos de Dios. Seguro que no se lo hicieron más fácil al Apóstol, pero sabía que valdría la pena cumplir la voluntad de Dios. Hoy su tumba es de las más visitadas de la cristiandad.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
No llores, le dice. Una viuda, con un hijo único que se le había muerto. ¿Cómo no va a llorar si había perdido a su hijo único? La suerte de las viudas en aquel entonces no era lo más halagüeño del mundo. Se quedaba sola y seguramente pasando necesidad. Y llega Jesús y le dice: “No llores” ¿Cómo no va a llorar si todo su mundo se ha venido abajo?
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Para Dios nada hay imposible. Si, ya sé que piensas que te ha fallado en múltiples ocasiones. Se murió aquel familiar enfermo, no solucionaste ese problema de drogas de tu hijo, no se evitó ese accidente que te dejó postrado en una silla de ruedas… En la vida parece que caminamos detrás del ataúd, llorando y penando por lo mal que va la vida. Pero ambicionad los carismas mayores. Llegará el día, mucho antes de lo que piensas, que el Señor se acercará y dirá: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
Podemos rechazar a Dios porque “no funciona” pero entonces jamás escucharemos: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
Si te pasa alguna desgracia no llores (bueno, puedes llorar, pero que nunca sean lágrimas de impotencia, pues Dios tiene todo el poder), piensa que unido a Cristo ya ha sido vencida la muerte, la enfermedad, la debilidad. Este puede ser un valle de lágrimas, pero que caminamos hacia el cielo.
Si quieres llorar llora por tus pecados y por los del mundo entero. El mundo se está llenando de viudas sin Jesucristo, abocadas a la tumba y a la desgracia sin ninguna esperanza, ojalá dejemos acercarse a Cristo a nuestros cortejos fúnebres.
María ya sería viuda, y entregó a su Hijo para cumplir la voluntad salvadora de Dios sobre todos nosotros. Tal vez Jesús le dijo: No llores, ahí tienes a tu hijo…, y nos acogió a cada uno de nosotros en sus brazos. No llores…, o sí, pero de alegría que Dios está muy grande con nosotros.
Querido hermano:
Encuéntrate con Jesús. Estés viviendo lo que estés viviendo, confía que Jesús está cerca. Pasa por tu vida y desde su corazón misericordioso, si le dejas, se acercará a tu ataúd: a tus motivos de dolor y muerte; y te dirá, como le dijo a la mujer: «Muchacho, a ti te digo: ¡Levántate!».
Ya hemos hablado en alguna ocasión que no seguimos a un dios mago, que resuelve todos los problemas, pero sí creemos en un Dios encarnado que no pasa de largo ante nuestros problemas, por eso, abre tu vida a Dios y confíale tus ataúdes, comparte con Él tus motivos de dolor, la causa de tus lágrimas.
Aunque al inicio del Evangelio pareciera que todo estaba en contra para esa mujer, el paso de Jesús por su vida lo cambio todo. Y, una vez más, Jesús te repite, te dice, te grita: «¡Que sí está comprometido con tu vida, con tus dificultades».
No lo olvides; si para ti algo es importante, por pequeño que parezca, para Dios también lo es. No te despistes y, por dejadez o descuido, dejes pasar a Dios por tu vida y pase de largo. Comparte con Él diariamente, lo que hay en tu corazón.
Reza caa dia el Santo Rosario con la Virgen Maria. Pide po las Mujeres maltratadas. Por la Paz en el Mundo.Tu hermano en la fe: José Manuel.
Esa voz dulce y tierna de Jesús diciendo «No llores» , de inmediato olvidas penas, y el corazón se inflama de Amor por nuestro Dios Misericordioso
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