Acabo de ver el telediario y les aseguro que me ha entrado depresión. La guerra de Ucrania, los precios, las hipotecas, el mundial de Qatar… todo malas noticias, si el mundial también es una mala noticia porque es reflejo, en mi humilde opinión, de la esquizofrenia en la que vive nuestra sociedad, que básicamente se olvida de cualquier tipo de derecho si abundan los petrodolares, es decir cantidades ingentes (vergonzantes) de dinero que proviene de los combustibles fósiles.
Pero no es el objetivo de estas reflexiones amargarse o criticar, así que he centrado mi atención, no sin esfuerzo, en el evangelio del día y casi me da un pasmo. También eran todo malas noticias. ¿Todo? No, todo no, precisamente el texto al acabar dice: cuando empiece a suceder todo esto, levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación. A ver, a ver, entonces en este momento de la historia, en el que nos encontramos en una crisis muy profunda de valores, en el que todo lo cristiano está en tela de juicio y es bastante poco popular creer lo que siempre hemos creído el Evangelio no nos invita a escondernos a que pase el chaparrón, sino que nos invita a dejar nuestras quejas y lamentos y mirar con esperanza al futuro.
Estoy sin palabras. Creo que ciertamente la fe es nuestro único salvavidas cuando estamos inmersos en la noche del sinsentido. Y nuestro mundo es muy así, cierto un montón de avances tecnológicos, comodidades y posibilidades inimaginables hace un par de generaciones, pero, a la hora de la verdad más desprovisto de sentido que nuestros antepasados por habernos creído aquella afirmación de Nietzsche en Así habló Zaratustra: Dios ha muerto. Que no hombre/mujer, que no, Dios no ha muerto, Dios sigue donde siempre estuvo en medio de nuestro loco y contradictorio mundo. Esperando con paciencia a que lo veamos y que, tomando conciencia de nuestra dignidad nos pongamos en pie y nos alcemos con esperanza mirando al futuro.
Pero no esperemos liberaciones mágicas, a ver si nos va a ocurrir como a los apóstoles que pensaban que el Reino iba a cambiar por fuera la realidad. Eso ya ha pasado la tecnología y el progreso lo han hecho, han cambiado las apariencias… nuestra liberación viene de que Dios cambia las cosas por dentro y las llena de sentido porque nos hace vivir con otra profundidad, en otra dimensión. Así que, si como a mi, te deprimen las noticias, no te escondas en el sofá lamentándote, levantémonos y alcemos la mirada al futuro, porque ciertamente se acerca nuestra liberación.
Querido hermano.
Desconozco cuándo y cómo será, y sí creo que el lenguaje apocalíptico de Lucas nos puede sobrecoger y llevar a apartarnos de lo que realmente quiere enseñarnos: ni tú ni yo sabemos cómo acontecerá todo, pues alguno de los signos que el evangelista detalla, ya han podido suceder.
Por eso, a pesar de los signos, nadie sabe el momento exacto y la forma concreta del fin del mundo. Por lo que sí debemos cuidar la ciudad de Dios, el templo en el que Dios habita y estar dispuestos, en todo momento, por llevar una vida de oración y caridad.
El catecismo nos enseña que el Reino de Dios está próximo, «llama a la conversión y a la fe, pero también a la “vigilancia”. En la oración, el discípulo espera atento a Aquel que es y que viene, en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segunda venida en la gloria».
Debemos vivir la comunión con Jesús sabiendo que la oración diaria es un combate, y velando y siendo fieles en la oración es como estaremos fuertes para enfrentar la tentación.
Creo que en la actualidad estamos desprotegidos, pues hemos perdido la fe en el más allá, y cualquier cosa que nos hable de fin de realidades últimas nos pone un poco nerviosos.
Sin embargo, incluso los cristianos, nos hemos acomodado al mundo que nos rodea, participando y gozando de todos sus beneficios y placeres, reduciéndonos a lo inmediato, y con ello hemos perdido lo esencial de la fe: «Hemos perdido —decía él— el centro, el núcleo de la salvación; hemos perdido la energía inquietadora y crítica de la esperanza escatológica».
«¡Levantaos —dice Jesús—, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación!». Recuperemos la visión de hacia dónde caminamos y no perdamos de vista la meta.
Reza cada dia el Santo Rosario. Tu hermano en la fe José manuel.