JUEVES 15 DE JUNIO 2023 (10ª SEMANA TO, CICLO A): NO MATARÁS

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,20-26):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»

NO MATARÁS

En un primer momento a todos nos viene a la mente el no al homicidio (el de los mafiosos, los terroristas, etc..). No todos, bajo la dictadura del relativismo, reconocerían también a los no nacidos víctimas del aborto, o a los ancianos sometidos a una eutanasia activa porque son vistos como una carga para la sociedad. Tampoco todos reconocerían a los que están a la espera de la condena a muerte. Pero, eso sí, a muy pocos, se les ocurriría que el “no matar” incluye también a:

  • El que muere porque no cuenta o no aporta nada siendo enfermo o anciano y que según el capricho de otros no tiene calidad de vida.
  • El que pasa hambre y muere de desnutrición, o el enfermo que muere porque en su país no cuenta con una cobertura sanitaria suficiente.
  • El vagabundo que perdió el trabajo, la familia, la autoestima, y perdió la vida en una fría noche de invierno en la calle.

Todos los años nuestro obispo, acompañado por los miembros de la Comunidad de San Egidio, y por un buen grupo de hombres y mujeres abandonados a su suerte, que vagan por las calles sin muchas esperanzas, celebran una misa por los pobres como ellos fallecidos el año pasado. Para ellos sólo el saber que cuando se mueran alguien se acordará de ellos y rezará por ellos es ya un motivo de alegría. Si además ven como los cristianos, empezando por el obispo, los busca y los acoge sin prejuicios, los acompaña en su situación y los ayuda a salir de ella, y sobre todo los abraza y los ama sin medida, menguará su desesperanza.

El ”no matar”, explícito y sin excepciones de ningún tipo, de la voluntad de Dios revelado por el Hijo Unigénito de Dios Padre, su Palabra Eterna, no sólo es el mayor de los pecados humanos posible, contra la creación, contra la paternidad de Dios (y por ende la fraternidad humana universal), contra la redención de Cristo y contra la santificación del Espíritu Santo. Además de todo esto, las interpretaciones reductivas e ideológicas de este mandamiento dividen a los cristianos:

Unos se rasgan las vestiduras por el crimen del aborto y la eutanasia, pero no lo hacen con el genocidio del hambre y la miseria, la pena de muerte o la negación de auxilio a los migrantes que mueren en las aguas del mediterráneo o en los desiertos de América del Norte.

Otros se rasgan las vestiduras por estos crímenes, pero no lo hacen con el crimen de los no nacidos o de los ancianos envenenados en los hospitales. Unos y otros mandan un horrible mensaje al mundo: el de que los que creen en Jesús no se creen de verdad lo que Jesús les dice.