VIERNES 16 DE JUNIO 2023 (SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS):

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

ANTÍDOTO A LA AUTOSUFICIENCIA

Los textos bíblicos con los que la liturgia de la Iglesia celebra esta solemnidad nos hablan del Sagrado Corazón de Jesús:

En el Evangelio Jesús nos revela el doble misterio de Dios y del hombre: el de Dios, que es amor, amor infinito, amor capaz de dar la vida de Dios (en la persona del Hijo) por nosotros. Y el misterio del hombre, con un deseo infinito de amar y de ser amado, y cuya única identidad y vocación es dejarse amar por Dios, amarle a él, y amar a los demás hombres, de todo el corazón.

El Sagrado Corazón de Jesús es Jesús mismo, en su amor infinito de Dios a los hombres atravesado por un corazón de carne, por un amor humano. Reconocer el señorío de Cristo es reconocer este misterio de su corazón, de su amor. Nos unimos a los siete “Quien sino Él” del Cardenal Carlos Osoro:

“¡Qué grande es Jesucristo!

  1. Quién sino Él nos ofrece tantas y tan bellas tareas para que los hombres nos sintamos ofreciendo una nueva imaginación a la humanidad.
  2. Quién sino Él es capaz de desafiar miradas miopes y cortoplacistas, seductoras de resignación por la avidez de ese juego peligroso que es la competitividad.
  3. Quién sino Él es huésped de sueños que desafían tantas certezas para nuestro tiempo y es generador de horizontes de vida que señalan nuevas miradas, llenas de compasión para todos los hombres.
  4. Quién sino Dios nos hace testigos fuertes de apertura a todos los hombres porque todos ellos son hermanos nuestros.
  5. Quién sino Él nos ofrece nuevos canales de entendimiento, de solidaridad, de creatividad, de ayuda mutua.
  6. Quién sino Jesucristo nos da las medidas reales que nos impulsan al compromiso, a romper el anonimato y el aislamiento.
  7. Quién sino Él nos invita a construir de una manera nueva la historia”.

Comencemos el nuevo curso con conciencia de enviados. Esto es ser discípulos misioneros.

Nuestra cultura contemporánea, a través de todas sus expresiones, parece a veces el susurrar permanente de un anhelo inconfesable, cuando no el replicar incansable de una señal de alarma, de un grito de necesidad, que contradice el aparentemente intocable dogma pagano de la autosuficiencia del hombre moderno que no se necesita nada más que así mismo.

Y en este contexto cultural, dialogar de corazón a corazón, puede servir para que más de uno se caiga, bienaventurado, del caballo de la autosuficiencia para encontrar la auténtica autoestima reservada para aquellos que, en el recorrido de la escuela de la vida, descubren un amor en el que no caben ni los límites ni las traiciones, un amor puro y definitivo, que nos ama a cada uno tal y como somos. No otra cosa que el reconocimiento de este amor es el trasfondo de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Una surrealista noticia ocurrida en China, inicia la trama de la película hispano-argentina “Un cuento chino” (2011), divertida fábula en la se cruzan dos personas y dos mundos aparentemente opuestos: un arisco hombre argentino y un joven chino que busca su lugar en el mundo. Sebastián Borensztein, director de la cinta, confesaba que la premisa de la hermosa historia que cuenta consiste en “que cuanto más lejos te escapas de ti mismo más cerca vas a estar de ti. Cuanto más te cierres dentro de ti, mayor será el golpe que te hará salir”. La premisa reasume lo que el espectador se lleva tras ver a un magnífico Dario Darín interpretando a un solitario al que, porque todo hombre lleva impreso en su corazón la huella de su Hacedor, su corazón se va esponjando al acoger a un joven abandonado, hasta llegar a abrir las puertas de sus afectos a las personas que le quieren. Porque, como dice Borensztein, “es imposible prescindir del afecto”.