Los medios de comunicación siempre enfilan sus intereses hacia el territorio de la cantidad. Los números nos vuelven locos a todos. Creemos que cuanta más gente o más seguidores virtuales, aquello que se propone es más verdadero. El otro día, decía un profesional de la música que siete de cada diez canciones que se oyen en Spotify son en español. Parece que es un motivo de alegría, pero el dato es que lo más escuchado es puro reggaetón, no zarzuelas de Pablo Sorozábal. El pasado fin de semana, millón y medio de jóvenes han podido escuchar de cerca la voz del Papa. Claro, los titulares se han quedado en el número, y en el baño de multitudes que se ha dado Francisco (una frase, por cierto, que se repite en todos los análisis de jornadas similares durante todos los pontificados, como si el santo padre necesitara el ánimo de la masa. Sería muy triste que pensáramos que la presencia en el altar de un Papa no es muy distinta al oficio de una banda de rock). Todos los que hemos vivido alguna Jornada Mundial de la Juventud, sabemos que los papas buscan una especie revolución interior de cada joven, no la espontaneidad de las reacciones sentimentales, que es algo muy tribal, y se abandonan una vez que se vuelve a casa.
Los Evangelios no nos cuentan el baño de multitudes que recibía el Señor cada vez que salía de casa, se dedican a subrayar los encuentros personales, porque Dios no habla a la especie sino a la persona. Qué bien lo entendió Santa Teresa de Calcuta, “no me dirijo a miles de personas, sino a una sola”. Jesús bien sabía que había que hacer callar a las masas que querían difundir sus milagros, porque corría el peligro de que lo nombraran rey de este mundo, y su reino no era de aquí, bien que se lo dejó claro a Poncio Pilatos. El Señor se ponía en fuga cuando notaba que se agitaba la masa, pero bien que se entretenía con cada encuentro.
El de hoy es un encuentro como para encuadrar. El Señor cruza la frontera, pasa por un territorio no judío, y una mujer cananea le roba un milagro. Muchas veces no entendemos las conversaciones que tiene Jesús con los personajes que aparecen en la Escritura, porque no sabemos contextualizar bien. En este caso parece que el Señor muestra una especie de actitud xenófoba con aquella extranjera, despreciándola con la indiferencia. Sin embargo, lo que el Maestro hace en cada momento es propiciar una conversación que se ajusta al alma del ser humano, para sacar de ella lo mejor. El Señor siempre está atento a quién le habla, no está metido en sus cosas, porque las cosas de Dios son las cosas del hombre. Entonces, no es tanto que aquella mujer de Tiro le arrancara el milagro, sino que fue el Señor quien le robó la fe a aquella mujer.
Si entramos en el hábito de la compañía del Maestro, más pronto o más tarde la oración reventará en nosotros esa bondad que está por nacer. Dios siempre está atento, no es cuestión de coger a Dios de las solapas, sino de ponérselo fácil.
“¡Señor, socórreme!”
Lo grandioso del Evangelio es que la mujer no se acobarda e insiste: “¡Señor, socórreme!” y por tercera vez, la mujer se lleva una ofensa por contestación. “No está bien – le dice Jesús- tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos.”
Mucha gente, ante esta respuesta abandonaría, sin embargo, la mujer es un ejemplo de perseverar en la prueba y le reclama: “Es cierto, Señor, pero también los perrillos comen las migajas que caen de las mesas de sus amos.”
La mujer cananea nos muestra que aunque todo esté en contra, aunque hayas sufrido desprecios, aunque el diagnóstico de tu enfermedad sea bastante complicada, aunque tus hijos parece que están perdidos, aunque tus negocios o trabajo están haciendo aguas, siempre hay posibilidad de insistir, de llamar a la puerta de la misericordia de Dios.
Rezamos Juntos el Santo Rosario Cada día.
¿Estás dispuesto, a romper el protocolo?
La Biblia, recuerda a todos los que recibieron milagros de Jesús, rompieron el protocolo: Bartimeo, Zaqueo, la mujer que toca el borde del manto, el ladrón que estaba en la cruz, los amigos que rompen el techo para acceder a Jesús… ¿Estás dispuesto, dispuesta, a romper el protocolo?
Jesús actúa siempre. Acojamos el tiempo de Dios. Nosotros vivamos desde la fe y esperemos su amor. Que suceda lo que pides.
Rezamos Juntos el Santo Rosario Cada día. Pedimos por la conversión de los que no creen. Por la Paz en el Mundo. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Querido comentarista: hoy es fiesta de santa Teresa Benedicta, y el evangelio no es el de la feria, sino el propio. Muchas gracias.
A Manuel.
EVANGELIO
Mujer, qué grande es tu fe.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
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Levanto mi corazón en acción de gracias a mi Dios, a mi Señor, porque nada le impedía habernos creado impecables, con un impulso irresistible hacia el bien, pero juzgó que serían mejores sus servidores si libremente le servían. ¡Qué grande es el amor, la misericordia de nuestro Padre!.
Frente a estas realidades de sus locuras divinas por los hijos, querría tener mil bocas, mil corazones, más, que me permitieran vivir en una continua alabanza a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.
Pensad que el Todopoderoso, el que con su Providencia gobierna el Universo, no desea siervos forzados, prefiere hijos libres.
Rezamos cada día el Santo Rosario.
Para recordar a Santa Tesa Benedicta, la Iglesia propone la parábola de las Díez vírgenes (necias y prudentes), lo que me parece muy adecuado.
Sin embargo, creo que el relato evangélico de la mujer cananea también encaja. En efecto, Sabra Teresa Benedicta despuntó por su humildad, que le llevó a aguantar todos los sufrimientos que le tocó padecer. La cananea, también destaca por su humildad ante los “desprecios” de Jesús, lo que provocó la admiración del Señor.
Humildad, pobreza de espíritu. La gran virtud, a veces olvidada.