JUEVES 31 DE AGOSTO 2023, Semana 21 del TO, ESTAD EN VELA
Lectura del santo evangelio según san Mateo (24,42-51):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
ESTAD EN VELA
¿Cómo vivir este “estad en vela, porque no sabéis el día de vuestro Señor”?
Hay una expresión que nos sirve mucho: “Vivamos el momento presente”.
¿Qué significa “vivir el momento presente”?
Hay que aclarar una cosa: vivir el momento presente no significa en absoluto vivir despreocupados de todo, sin cumplir con nuestras obligaciones, sin orden ni concierto en la vida, solo pensando en disfrutar en cada momento, como si todo fuera un juego, sin hacer caso a que hay un tiempo para cada cosa.
¿Qué significa entonces? Vayamos por pasos: Además del presente, ¿qué tenemos?
Tenemos el pasado y tenemos el futuro. Pero el pasado y el futuro son solo de Dios: el pasado ya está solo en su corazón, y en futuro, en su mente… La diferencia con el presente es que, además de ser suyo, lo comparte con nosotros.
¿Cuándo intentamos arrebatarle a Dios el pasado?
Cuando nos quedamos pensativos en las cosas del pasado que no nos gustan, y nos entristecemos, y quisiéramos volver al pasado para cambiarlo.
¿Cuándo intentamos arrebatarle a Dios el futuro?
Cuando nos empeñamos en cambiarlo al no obedecer a los mayores con un pataleo, o cuan- do algunos adultos quieren averiguarlo sea como sea acudiendo a timadores que leen las manos o echan las cartas.
¿Cómo vivir entonces el momento presente?
No tratando de arrebatar a Dios el tiempo, que es suyo, al querer volver al pasado o adelantar el futuro, sino viviendo el presente que Dios nos regala: si el pasado y el futuro son solo de Dios, también lo es el presente, pero este lo comparte con nosotros. Por eso, el pasado está en la misericordia de Dios y el futuro en su providencia. Pero Él nos regala el presente: el único instante que tenemos para amarle a Él y para amar a los demás.
Debemos vivir con intensidad, sacando fruto a cada momento.”
Hay momentos cuando la vida, con su agitación, sus compromisos, sus luces de colores y sus estímulos, nos engaña y nos hace creer que es permanente, que debemos abandonarnos a lo que, por esencia, es pasajero y caduco.
Hace unos días yo hablaba con una persona de 91 años. Después de haber enterrado a un amigo de su misma edad y me decía: “La vida pasa sin darnos cuenta y doy gracias a Dios por haberme permitido haber vivido tanto tiempo y con tanta salud.”
Es verdad: no sabemos ni el día ni la hora, y mucho mejor, porque de saberlo sería una angustia.
Por ello debemos vivir con intensidad, sacando fruto a cada momento, quitándonos
preocupación por las cosas que son pasajeras.
La fuerza nos la da el Espíritu Santo, la eucaristía, la lectura y meditación de la Palabra.
El premio consiste en tener paz en el alma, serenidad en nuestra mente y felicidad en el corazón.
¿A qué hora se refiere Jesús cuando nos pide que estemos en vela para cuando venga el Señor?
Evidentemente no creo que sea la Parusía, ni siquiera el momento de nuestra muerte, aunque también.
Pienso que la hora a que se refiere es cada momento. En efecto el Señor está siempre con nosotros y aparece en todas las circunstancias de la vida: en lo que nos ocurre, en las personas que nos rodean, en nuestro trabajo y obligaciones, etc. etc.
Velar es saber resolver cada circunstancia, cada necesidad de los que nos rodean, cada exigencia del trabajo, con el espíritu cristiano, con el ejemplo y la doctrina del Evangelio y con la gracia (la inspiración) del Espíritu Santo.
Actuando siempre con humildad y con caridad.
Y siempre ayudados con la oración.
Me dirijo a Juan: Enriquecedora forma de vivir la fe.
Dios nos ama
Amén Gloria a Dios y su hijo Jesucristo