VIERNES 17 DE NOVIEMBRE DE 2023 (SEMANA 32 TO CICLO A) RECOBRAR LA VIDA

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,26-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.»

Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»

Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»

RECOBRAR LA VIDA

Explica el Papa Francisco que “Jesús no quiere engañar a nadie (…) Seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal. Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia por cada hombre y por todos los hombres. La obra de Jesús es precisamente una obra de misericordia, de perdón, de amor. ¡Es tan misericordioso Jesús! Y este perdón universal, esta misericordia, pasa a través de la cruz. Pero Jesús no quiere realizar esta obra solo: quiere implicarnos también a nosotros en la misión que el Padre le ha confiado (…) El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes porque ha encontrado en Él el Bien más grande, en el que cualquier bien recibe su pleno valor y significado: los vínculos familiares, las demás relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, y así sucesivamente. El cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio (…) Existe una guerra más profunda que todos debemos combatir. Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y elegir el bien, dispuestos a pagar en persona”.

No otro es el combate que Jesús nos pide que libremos en el Evangelio de hoy, cuando nos dice: “El que pretenda guardarse su vida la perderá, y el que la pierda la recobrará”.

Uno de nuestros mejores escritores contemporáneos, José María Pemán, en su obra de teatro “El Divino Impaciente”, nos relató poéticamente como en la Universidad de París el viejo y cojo estudiante de latín, Ignacio de Loyola, persuade al joven, rico y apuesto Francisco Javier, a escuchar esta sentencia de Jesús, y lo que le dice al final del relato se me antoja como la explicación más bella de esta misma sentencia:

  • Ignacio: El dolor de tu alma ardiente, Javier: me da pena verla arder sin que dé luz ni calor. Eres arroyo baldío que, por la peña desierta, va desatado y bravío. ¡Mientras se despeña el río se está secando la huerta!
  • Javier: No vive, Ignacio, infecundo quien busca fama.
  • Ignacio: ¡Qué abismo disimulado y profundo! ¡Qué importa ganar el mundo si te pierdes a ti mismo?
  • Javier: ¿Me quieres, pues, apartado de todo? ¿Pides, quizás, que deje hacienda y estado?… Me pides demasiado….
  • Ignacio: ¡Yo te ofrezco mucho más! Cuando el aplauso te aclama, ya piensas que estás llegando a tu más alto destino. ¿No ves que el tuyo es divino y que así te estás quedando a la mitad del camino!