SABADO 18 DE NOVIEMBRE 2023 (SEMANA 32 TO CICLO A) ORACIÓN PERSEVERANTE

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario.» Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.»»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
 

ORACIÓN PERSEVETANTE

La perseverancia en la fe, en la confianza plena en Dios, de la que nos habla Jesús con la parábola de la mujer insistente y del juez injusto que terminará escuchándola, nos lleva a la importancia de la oración perseverante, expresión de la confianza perseverante.

El espacio más idóneo para ejercitar la confianza perseverante, como la mujer de la parábola del Evangelio, está en la oración. Pero ¿Cuántos tipos de oración existen?:

  1. La oración de bendición: Es la respuesta agradecida del hombre a los dones de Dios. Nosotros bendecimos al Todopoderoso, quien primeramente nos bendice y colma con sus dones.
  2. La oración de adoración: Es la oración de aquel que se reconoce criatura y así lo expresa delante de su Creador, máxime si lo hace contemplando la creación.
  3. La oración de petición: Por medio de ella, pedimos perdón a Dios o le pedimos humilde y confiadamente por todas nuestras necesidades espirituales y materiales.
  4. La oración de intercesión: Consiste en pedir un favor para otra persona. Esta oración nos une a la oración de Jesús, que intercede ante el Padre por todos los hombres, en particular por los pecadores e incluso por los enemigos.
  5. La oración de acción de gracias: Todo acontecimiento se convierte para el cristiano en motivo de acción de gracias. Y cuando celebramos la Eucaristía, Cristo nos hace partícipe a la Iglesia de su acción de gracias al Padre.
  6. La oración de alabanza: Es la forma de oración que, de manera más directa, reconoce que Dios es Dios y le da gloria no tanto por lo que realiza a favor nuestro, sino por ser quién es.
  7. Y la oración litúrgica: que, sobre todo en la Eucaristía, contiene y expresa todas las formas de oración.

Jamás habría pensado Luis que ese día rezaría, y las consecuencias de su oración: “Aquel día no debía ir a entrenar, ya que me habían dicho que la piscina estaría cerrada. Pero yo soy muy terco, la competición estaba ya muy cercana y no quería perder ni un solo momento para practicar. Así que fui, y me llevé una gran alegría cuando vi que la puerta del recinto estaba abierta. Eso sí, apenas había luz, por lo que casi a tientas me cambié como pude en el vestuario y subí casi a ciegas al trampolín, dónde un pequeño foco iluminaba de abajo hacia arriba débilmente el pabellón. 

Tengo que practicar muchos saltos hoy, seguro que gano la medalla de oro si me esfuerzo… Pensé mientras adoptaba la postura inicial. Me puse completamente erguido, extendí mis brazos en cruz y… 

Entonces, como un flash, quedé impactado con mi propia imagen que se reflejaba en el techo. Me vi y recordé a Cristo crucificado. Hacía años que no rezaba, y mucho más tiempo aún que no entraba en una Iglesia. Sin embargo, aquella imagen llegó hasta lo más profundo de mi corazón. Recordé aquellas imágenes que había visto de pequeño de Cristo crucificado, y lo que me habían contado mis catequistas y los sacerdotes acerca del gran sacrificio que Cristo había hecho en la cruz muriendo por nosotros. 

Bueno, un poco de oración no me vendrá mal… pensé… Así es que en lugar de lanzarme a la piscina, me arrodillé en el trampolín y comencé a rezar… Quizás, volví a reflexionar, hasta Jesús me ayudaría a que mi salto el día de la competición fuera perfecto… No recuerdo cuanto tiempo estuve arrodillado rezando, ya que me detuve un rato a recitar las oraciones que todavía lograba recordar, pero sólo recuerdo que de pronto, todo se iluminó y empecé a oír voces… 

Me incorporé en el trampolín y asomé la cabeza hacia abajo… Unos hombres vestidos con unos monos azules me vieron con cara de sorpresa y me dijeron: ¡Pero chico, que te pasa, baja de ahí…! ¿No sabías que la piscina está hoy vacía y venimos a limpiarla?”.