LUNES 29 DE ENERO DE 2024, IV SEMANA TO CICLO B, PODER POSITIVO

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.»
Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?»
Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.»
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte.
Los espíritus le rogaron: «Déjanos ir y meternos en los cerdos.»
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.»
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

PODER POSITIVO

Lo reconozcamos o no, tendemos a medir a las personas, y con ello a respetarlas más o a respetarlas menos, según el poder que tengan. En la mayoría de los casos según los criterios del poder de este mundo, el poder de previsión, de control, de manejo de los hilos visibles u ocultos, lícitos o ilícitos, de las relaciones humanas, sociales, culturales, económicas o políticas, o simple y llanamente el poder de la imposición.

Pero en algunas ocasiones, raras ocasiones, descubrimos otro tipo de poder completamente distinto, e incluso contrario al anterior. Es el poder que ejerce el rostro de una humanidad positiva, una mirada verdadera, el halito de bondad o la ráfaga de belleza que alguien nos brinda. Es un poder seductor, pero no embaucador o manipulador. Es un poder que nos transciende. Es algo parecido a lo que el filósofo Xabier Zubiri llamaba “el poder de lo real”. Es un poder enormemente paradójico porque no se apoya en la fortaleza de las armas, en el miedo o en la trampa, en la extorsión o en la malicia, sino en la debilidad de la compasión, del amor, de la ternura. Es el poder incoado en la obra creadora que toda creatura retiene en el fondo de su composición genética, es el poder escondido en el corazón de todos los hombres, creados a imagen y semejanza de su Creador.

Es el poder de Jesús, capaz de expulsar “espíritus inmundos” de las gentes. El poder de curar, y sobre todo de extraer los cánceres del alma, los del maligno. Es el poder que Cristo ha dado a la Iglesia: no sólo a los exorcistas, sino a todos nosotros, llamados a liberar del mal a nuestros hermanos, a nuestras situaciones, a las realidades sociales influenciadas por el mal. Es el poder del amor, porque como decía Publio Virgilio, “omnia vincent amor” (todo lo vence el amor).