No treinta y ocho años, milenios llevaba el hombre postrado, enfermo, buscando desesperadamente su salvación sin nadie que le pudiese ayudar. Alguna vez he tratado de imaginarme cómo sería mi vida, como sería la vida sin el Bautismo y he llegado a la conclusión de que tiene que ser terrible ser pagano.

¿Por qué le dijo Jesús al hombre que se llevase su camilla? Parece una tontería, pero la verdad es que la podía haber dejado allí, y hubiera evitado la crítica de los fariseos. Quizá Jesús le dijo «toma tu camilla» para recordarle que le podría hacer falta en el futuro.  «No peques más, no sea que te ocurra algo peor». Ahora que has sido sanado, has de permanecer sano. Tienes que cargar con tu humanidad enferma. Tu humanidad no podrá permanecer sana sin Mi. Si dentro de otros treinta y ocho años te has separado de Mí volverás a necesitar tu camilla.

El Bautismo nos ha sanado, nos ha dado vida eterna, nos ha marcado con el sello de la salvación, nos ha hecho hijos de Dios. Pero el Bautismo no es la meta, es el punto de partida. Tenemos que vivir como bautizados. Tenemos que vivir una vida nueva. La camilla, nuestra humanidad pasada, nos recuerda lo que es la vida sin Cristo.