Si estás cansado y te pesa la vida…«ven a mí», te dice Cristo hoy. Es una expresión que es rara, aunque de tanto repetirla ya la hemos normalizado. Porque es muy raro que vayamos a una persona. En todo caso, vamos junto a una persona, o a la casa de esa misma persona. Pero, ¿ir a la persona en sí? Eso es raro.

Es raro porque Jesús no está intentando mostrarse a nosotros como un acompañante especial, o un eminente amigo, sino como el lugar mismo donde podemos encontrar descanso y asueto. Jesús me dice que insertando mi vida en la suya, encajando mis esquemas en su espacio, ahí y así será como encuentre el descanso y consuelo que necesito.

Porque estar cansado y agobiado es normal. Forma parte de los ritmos de la vida. Lo complejo es que intentemos descansar y desagobiarnos con cosas y elementos que no tienen esa capacidad de hacerlo. Porque Jesús no es un mero consuelo, es la Paz encarnada. Jesús no es simplemente una idea que me fortalece, es la clave con la que aprendo mi humanidad. Jesús me dice que vaya a Él porque en Él es donde se aclara quién soy yo verdaderamente. Y eso es lo que descansa: saber que no hay nada de mi vida que, en Cristo, no tenga sentido.

Solamente haciendo el continuo ejercicio de ir a Él podré vivir y sentir como vive Él. Porque desde fuera, una persona te puede acompañar, pero al entrar en la profundidad del corazón del Amor encarnado, al ir a Él, no solo somos acompañados sino que somos abrazados en nuestra totalidad.

Sí, es una expresión rara. Porque Cristo no es otra cosa más. Es quien ha venido a hacer nuevas todas las cosas.