Una vez un médico psiquiatra me habló de tres miedos esenciales en el hombre: el miedo a la soledad, a la locura y a la muerte. Yo me atrevería, sin ser psiquiatra, pero sí a lo mejor un poco psicólogo, a añadir un cuarto miedo: la irrelevancia.
Quizá como consecuencia del pecado original tenemos pánico a no ser importantes, por eso casi siempre inconscientemente buscamos, eso sí, con una depuradísima técnica de disimulo, los primeros puestos. Hemos llegado incluso a ser capaces de darnos importancia fingiendo modestia.
El Señor no está en contra de que seamos importantes, para El ya lo somos, y ¿qué hay mas apetecible que ser importante para el Rey del Universo?. Lo que pasa es que queremos ser importantes y brillar. Tener gloria propia. Y el Señor nos dice: la Gloria no es vuestra, viene de Dios, y solo podéis adornaros con esa Gloria de una manera, unidos a Mí. Y eso significa una cosa: aceptar la Cruz.
¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? … el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
«Toda carne es hierba y todo su esplendor como flor de hierba: se agosta la hierba y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre» (1 Pe 1,25)
Gracias por recordarnos que necesitamos estar unidos a Jesús y su doctrina para ser “importantes”. Y esto implica servir a los otros para ser los primeros.
Yo me atrevo a decir que el cristiano tiene que ser una especie de ONG para los que le rodean. ¡Difícil, pero seguro!
Gracias estimado comentarista 2. Subscribo el comentario de Juan en su totalidad. Ingenioso, bonita la comparación con una ONG.
Dios nos ama