Una de cal y una de arena. Ayer tocó la arena con las frustraciones y las quejas por la falta de correspondencia a la predicación en Corazaín y Betsaida. Hoy toca la cal, y de la mejor calidad que encontramos en los evangelios: «se llenó de alegría en el Espíritu Santo». Jesús está pletórico al contemplar que tantos corazones se han abierto a su gracia a través de la predicación de los setenta y dos.

Hay infinidad de detalles que llaman la atención en el evangelio de hoy, que es exultante, con un toque incluso de apoteosis: «estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo». ¡El Señor se viene arriba!

Pidamos a Jesús también esa misma alegría en el Espíritu Santo. Que nos alegremos de los frutos de la evangelización. Siempre tendremos cal y arena, es decir, éxitos y fracasos, frutos y persecuciones. Pero creo que la cal, en este caso, tiene infinita prevalencia sobre la arena si viene del Paráclito.

Ahora que estamos a comienzo de curso, que hay que poner todo en marcha, con el sacrificio y el esfuerzo que implica, lo más importante no es organizarlo todo bien, sino que todo esté muy rezado, muy puesto a los pies del Señor para que demos el fruto que Él quiere que demos. ¡Sopla, Espíritu Santo, mueve los corazones, haz nuestra labor fecunda, danos tu alegría!