No te canses nunca de Emaús. Es la lectura de tu vida, quizá te parezca larga y sobradamente conocida. No pienses que ya le has sacado todo el partido al mensaje del Señor, recuerda que la Palabra de Dios es tan viva que quema en las manos y siempre es una propuesta novedosa. Es consolador que la historia de hoy empiece con el despiste profundo de dos discípulos del Señor, y acabe con la Eucaristía, con la comunión de ambos y el entusiasmo por contar lo suyo al mundo. Es el recordatorio de que el Señor camina dentro de ti, no fuera, no lejos. ¿Que tienes dudas y te distraes y te preguntas un millón de veces que Dios hace promesas que no cumple, patatín patatán? Ahí le tienes, a tu vera, interpretando tu propia vida y diciéndote “si me dejas a mí, podemos hacer locuras entre los dos”.
Hoy he dado la comunión a una religiosa enfermísima de solemnidad, a punto de marcharse ya con el Señor. Me ha dicho que está preparada, pero que quiere seguir descubriendo al Señor en el fondo de sus dolores, que no le importa que todo en su vida vaya menguando, la concentración en la lectura, la velocidad del pensamiento, la dispersión en las visitas. El cáncer se la come, la ralentiza, pero está más viva que mucha gente que no sabe por dónde camina. La explicación me la dio ella misma, “es que voy con Él, no tengo miedo”•
Esta semana me ha dado por rezar la famosa frase que convirtió al beato Carlos De Foucault en un hombre pegado a Dios para el resto der su vida. Cuando aún no había dado el paso de la fe, entraba en las iglesias de París y le decía al Señor, “Dios, si existes, haz que te conozca”. No le pedía simplemente que se dejara ver, sino que se dejara encontrar. Le proponía un encuentro personal. A Dios se le hace muy cuesta arriba resistirse ante la propuesta de un corazón tan desvergonzado. Hay gente que no sabe encender el fuego de la chimenea, se le da fatal, yo me encuentro entre ellos. A mí me dan dos tocones de roble y una cerilla, y ya me pierdo, y eso que ver cómo arde la leña seca es una experiencia imborrable, no importa la repetición. Quien sabe encender una hoguera es el mismo Cristo, sólo con su voz a los discípulos les revientan las entrañas, ¿no ardía nuestro corazón…?”. Hay metáforas exageradas, pero la palabra «arder» es una experiencia que hemos sentido todos cuando nos ocurren situaciones que empiezan desde dentro. Como decía el medio fraile, Juan de la Cruz, “oh, llama de amor viva que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro”. Es una herida feliz que se va consumiendo sin que uno se apene.
Pégate a Emaús y lleva el pasaje grabado en el frontispicio de tu alma, para que cuando el Señor se asome a ti le digas que no quieres que se vaya por otro camino, sino que se quede contigo, porque necesitas servir a los demás y apenas sabes cómo hacerlo.
Precioso el comentario. Os remito un comentario al cuadro
La escena de este óleo narra los primeros pasos de Cristo resucitado. Habiendo encontrado éste a dos de sus discípulos en el camino a Emaús, los hombres no reconocen a su maestro hasta el momento de la cena en una posada, pues al bendecir Jesús el pan y el vino reconocen el gesto de la Eucaristía y, por ende, a su Señor. Caravaggio ha utilizado una composición muy frecuente en la pintura veneciana, en especial de Tiziano, con Cristo en el centro, acompañado de un sirviente. Sin embargo, ha llenado la escena de sutiles indicativos de la divinidad y el misterio desvelado de la resurrección, que algunos coetáneos de Caravaggio criticaron por ser inapropiados. Uno de estos elementos fue el cesto de frutas que adorna la mesa: copiado literalmente del Cesto de Frutas, se censuró el que contuviera frutos de otoño, cuando la resurrección había tenido lugar en primavera. Sin embargo, como apreciamos en el comentario del citado Cesto, cada fruta es una alusión simbólica: la manzana al pecado original, la granada a la pasión, etc. Por otro lado, el resto de los manjares resume los elementos de la Eucaristía: el pan, el vino y la jarra de agua. Los gestos y las posiciones de los personajes también nos indican el verdadero significado de la escena: Cristo bendice el pan con el mismo gesto del Dios Creador del Juicio Final de Miguel Angel. Pedro extiende sus brazos en el mismo gesto de un crucificado, como lo fue Cristo y como lo habría de ser el apóstol más tarde. Sólo los discípulos pueden reconocer el gesto de Cristo, por lo que el criado, ignorante de lo que está presenciando, no se ha descubierto la cabeza como haría si reconociera al Mesías. Un último detalle que revela la divinidad de Cristo oculta a los ojos humanos es la sombra que el criado proyecta sobre el fondo pero no sobre Jesús, quien parece iluminado por una luz interna.
Muchísimas gracias por el comentario de hoy y también a D. Rafael E. Un lujo.
Muchísimas gracias por los comentarios, tanto el del Padre como el de Rafael, con todo tipo de detalles.
Estoy sentada delante del sagrario ,mi vida esta un poco complicada ,pero no te te pierdo de vista .aunque aveces me pase tres pueblo ,vuelvo al camino de Emaus para encontrar tu fuego en ni corazón
Gracias por la reflexión, soy un peregrino de Emaus. Dios le bendiga padre, saludos desde Fresnillo Zacatecas México.
Que oportuno ha sido su comentario de hoy para mi. Justo hoy me preguntaba ¿sera que Dios no escucha mis ruegos? Porque no me responde? Se que el tiempo de Dios es distinto al nuestro y es perfecto. Esta lectura de hoy y su comentario me recuerdan que Cristo ha venido caminando a mi lado y no lo he reconocido en cada actividad del dia. Muchas gracias.
Muchas gracias a Rafael por su comentario sobre la pintura. Es una bella forma de leer el arte con los ojos de la fe.
Saludos desde Cartagena Colombia
Ambos comentarios muy hermosos !!! Gracias.
Sus palabras me han dado una sacudida padre !!!
Al leer el Evangelio, es justo lo que pensé. Lo lei rápido por creer que ya me lo se casi de memoria.
Dios siempre me sorprende, me instruye. Y hoy me confirma que está a mi lado.
Bendito Dios !!! Y benditos sean todos aquellos que El elige como sus instrumentos.