¡Qué envidia me da Zaqueo! Envidia de la sana, claro, de esa que brota de saberme pecador, indigno y poca cosa ante las grandezas que el Señor me ha dado. La respuesta que le da al Señor tras haberse encontrado de corazón con Él es maravillosa. Se da cuenta de que no hay bienes que puedan superar el hecho de que el Señor esté con Él. ¡Y es increíblemente generoso! Ahora bien, para llegar a ese encuentro, ha hecho lo que ha creído necesario, aunque fuera subirse a un sicomoro. Es como que le da igual todo, con tal de encontrarse con Cristo. Y tantas veces nosotros despreciamos al Señor… y no valoramos lo suficiente el hecho de que vivamos de su gracia.
Y muchos de nosotros (¡ojalá todos!), que tenemos al Espíritu Santo en nuestra alma, sin embargo, no respondemos como Zaqueo. No estamos dispuestos muchas veces a entregarle todo, a restituir hasta donde haga falta nuestros pecados, a pedir perdón por esas veces que nos hemos aprovechado de alguien, etc.
Por eso, el simple ejemplo de Zaqueo nos debe interpelar, a modo de examen de conciencia: ¿valoro yo, como él, el hecho de que el Señor habite en mi casa? ¿Estoy dispuesto, de verdad, a entregar lo que haga falta con tal de que el Espíritu permanezca en mi alma o no?
Siempre nos sorprende un hecho dramático: Dios nos ha dado la potestad de expulsarle de nuestro corazón. Para ello, hemos de pecar mortalmente. Tan «sencillo» como eso. Y yo me pregunto: si tuviera el mismo corazón que Zaqueo, ¿acaso no haría lo que fuera para evitar ser tan torpe de echar a Jesús de mi casa? Pero también me lleno de confianza: ¡el Señor quiere que, con mi ‘sí’ diario, le siga preparando la morada cada día! ¡Cuánto confía el Señor en nosotros! Porque Él espera que no le echemos, que no le despreciemos.
Hoy puede ser un gran día para, por un lado, pedir la gracia de la perseverancia y de no pecar mortalmente; y, por otro, agradecer la confianza de Dios en nosotros. Siempre en positivo, siempre en positivo. Pidamos un corazón como el de Zaqueo
Como usted menciona en su comentario ,el SI diario es otro CID que es campeón , tienes el trofeo dentro de ti ,es como cuando se eleva la sagrada hostia ya consagrada y uno dice AMÉN. Estamos diciendo si me comprometo ,es para mi el decirle a JESUS una y otra vez tu eres la puerta de esta casa cuando tu abres nadie puede cerrar y cuando tu cierras nadie puede abrir.Me acuerdo ahora que hace algunos años atrás conocí a un judio en el gimnasio y me invitó a su casa a una reunión. Me preguntaron que si yo era judío, yo les conteste que no ,hubo silencio sepulcral por unos segundos ,yo les repetí, yo no soy judio ,pero mi Jefe (my boss) es judio ,¿Y quién es su jefe?yo les conteste con una sonrisa victoriosa .JESÚS deNAZARETH. yo les presté mi Biblia para que buscarán allí en mi Biblia el libro de los Macabeos pues ellos no lo tienen.siempre seguimos siendo amigos pero con mucho respeto a JESUS de NAZARETH.
Querido hermano:
Dejar a Jesús entrar en la vida no es para que te incomode o te quite libertad o te tengas que volver triste y pesimista; es justamente para lo contrario, cuando Jesús entra en tu vida lo hace con delicadeza para ordenar, purificar, dar visión y esperanza, y es lo que más libertad nos da.
Revisa tu vida. Ponle nombre a tus dificultades, a tu defecto dominante. No busques causas fuera de ti o a quién echar la culpa de todo. No. Deja a Jesús que pase por tu vida y deja que ordene tu vida, que te dé luz para poder ver con claridad. Asume tus responsabilidades.
Termino recordándote, y recordándome, el gran regalo que Jesús nos trae a cada uno: la misericordia de Dios. Pues, «el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
También Termino recordarte que cada día la Virgen Maria te pide que le reces el Santo Rosario. Y que pidas por ti; y tu familia también por la Paz en el Mundo.
Gracias, Gaciss Señot ,
Siento ser tan torpe que muchas veces creo que no ha llegado lo que he escrito y repito. Parezco tonta. Sus Comentarios , son mi examen y Oración de la noche. Me transmiten el Amor sin límites del Señor y el deseo de descansar mi cabeza en su hombro